‘La casa de Aramberri’; a casi 89 años del crimen que creó una leyenda

El 5 de abril de 1933 una madre y su hija fueron asesinadas dentro de su casa, en el centro de Monterrey, un suceso que es recordado en la historia de la ciudad.

La casa de Aramberri en el centro de Monterrey..Créditos: Alejandro Del Toro
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Monterrey.- A casi 89 años de uno de los crímenes que marcó al Monterrey antiguo y que provocó la creación de una leyenda en torno al sitio de la masacre, la Casa de Aramberri, que mantiene las paredes originales aunque se encuentra en ruinas.

El 5 de abril de 1933, dos mujeres fueron asesinadas con tal saña que quienes pudieron estuvieron en la escena del crimen la describieron como lo más horrible que habían visto, el cuerpo de madre e hija tiradas en un mar de sangre.

Los investigadores de la época mencionaron que Doña Antonia Lozano, de 54 años y su hija Florinda Montemayor de 19, fueron violadas y posteriormente acuchilladas con tal saña que casi quedaron decapitadas.

El crimen sucedió en el domicilio de las víctimas, el cual se ubica en la calle Aramberri #1026, casi esquina con Diego de Montemayor.

Los cuerpos de las mujeres fueron enterrados en el panteón de dolores, pero la investigación dio un giro inesperado cuando, de acuerdo con una conocida versión de la historia, un loro que tenían como mascota comenzó a gritar frente a Don Delfino Montemayor, padre de familia, “no me mates Gabriel, no me mates”.

En la casa no encontraron las cerraduras forzadas, por lo cual el testimonio del loro termino por llevar ante la ley a los asesinos, entre ellos un familiar directo, Gabriel Villareal y dos personas más.

Otra versión que desecha la participación del loro y señala que la detención se dio gracias a las pesquisas de los investigadores.

Todos los implicados fueron sentenciados, aunque no pasaron su vida en prisión, ya que se dice que, ante la fuerte presión social, se les aplicó la llamada Ley Fuga en el municipio de Zuazua durante un traslado.

La historia no termino ahí, pues las leyendas de apariciones popularizaron el sitio, que quedó en el olvido y hoy luce en ruinas, aunque continúa siendo uno de los lugares más misteriosos del centro de Monterrey.