Todo lo que sube tiene que bajar

Las partículas suspendidas son el principal factor de riesgo ambiental para la salud de los neoleoneses.

Escrito en OPINIÓN el

Estos días hemos vivido un respiro de aire puro en la ciudad, consecuencia del paso de los vientos, la lluvia y la inestabilidad en la atmósfera regia. La tormenta tropical Alberto tuvo mucho que ver con estos días limpios.

Los habitantes de la metrópoli, entre el caos, gozamos de un paisaje montañoso claro, un cielo azul intenso y formaciones nubosas impresionantes durante el día y la noche. Vaya postales que surgieron desde el Río Santa Catarina y algunas otras geografías que nos recuerdan que estamos vivos y formamos parte de algo más grande que nosotros mismos.

El agua y la lluvia fueron protagonistas mientras nuestros pulmones disfrutaban del aire que deberíamos tener la mayor parte del año en la Zona Metropolitana de Monterrey.

¿Así es entonces como se resuelve la contaminación del aire? ¿Tendremos que estar bajo el efecto de vientos, lluvias y tormentas tropicales para gozar de nuestro derecho a respirar aire limpio? En pocas palabras, si nos atenemos a que la buena calidad del aire dependa de estos fenómenos atmosféricos, estamos fritos.

Las condiciones meteorológicas pueden mejorar o empeorar la calidad del aire, más no son la principal razón de que nuestros niveles diarios y anuales de material particulado suspendido (PM10 y PM2.5), y de gases dañinos como el ozono (O3), sobrepasen las normas de salud mexicanas y estén de cuatro a cinco veces arriba de lo que la Organización Mundial de la Salud nos recomienda para proteger nuestra salud.

El tan esperado reporte Estado Global del Aire 2024, publicado en junio de este año por el Instituto de Salud Global en colaboración con UNICEF, ha estimado 8.1 millones de muertes asociadas a la contaminación atmosférica en el mundo durante el año 2021. Esto representa una de cada ocho muertes, es decir, alrededor del 12 por ciento del total de muertes a nivel global.

Aunque parezca increíble, la contaminación del aire es el segundo factor de riesgo de muerte después de la alta presión arterial, superando al tabaco y a la mala alimentación.

Las PM2.5 son las que más contribuyen a la carga de enfermedades por contaminación del aire. La exposición en exterior (4.7 millones) y la exposición doméstica (3.1 millones) a estas partículas, en conjunto, contribuyeron a 7.8 millones de muertes en el planeta en 2021 según dicho reporte… ¡más del 90 por ciento de la carga total de enfermedades por contaminación del aire!

Por otro lado, el 6 por ciento se atribuyó al ozono (es decir, 490,000 muertes).

Algo difícil de asimilar es que esta contaminación del aire fue el segundo factor de riesgo de muerte entre niños menores de cinco años en 2021 de manera global, sólo después de la desnutrición.

Cada día mueren casi 2 mil niños menores de cinco años en el mundo debido a efectos sobre la salud relacionados con la contaminación del aire.

En Nuevo León, el panorama es inquietante. El Instituto de Evaluación y Métricas de Salud ha estimado mil 700 muertes atribuibles a la contaminación atmosférica durante el año 2021, la mayor parte de ellas por exposición a PM2.5. Las cifras son mayores a las registradas durante los años 2019 y 2020.

Las partículas suspendidas son el principal factor de riesgo ambiental para la salud de los neoleoneses.

¿Qué iniciativas y soluciones nos ayudarán a mejorar nuestra calidad de vida y erradicar estas cifras? La respuesta no está en las lluvias y el viento, pues estos sólo aseguran que los contaminantes emitidos al aire por nuestras actividades terminen en los cuerpos de agua, en los suelos o en el aire que respiran nuestros vecinos.

La solución es el control y reducción de emisiones de contaminantes atmosféricos directamente desde las fuentes que las generan.

La actividad industrial, el transporte, el desarrollo urbano, comercios y servicios son gran parte del origen, y donde encontramos enormes áreas de oportunidad para priorizar la salud no sólo nuestra, sino también de nuestros entornos vivos.

Como todo lo que sube tiene que bajar, todo lo que se emite termina en algún lugar. A veces en nuestros pulmones, otras veces, a través de las lluvias y el viento, impactando algún otro sistema vivo.

¡Que nos llegue el agua, que los cielos sean azules y que nuestros pulmones den aliento a nuestras vidas cada vez más libres de combustibles fósiles!