Zonas de Bajas Emisiones para una mejor calidad de vida

Morelos fue el primer estado de nuestro país en implementar las Zonas de Bajas Emisiones. ¿Qué espera Nuevo León para hacerlo?

Escrito en OPINIÓN el

Cerremos nuestros ojos e imaginemos un cielo limpio donde actos como respirar, movernos, convivir y hacer deporte son una celebración cotidiana a la vida. Pensemos ahora en la posibilidad de una ciudad que depende cada vez menos de la quema de combustibles fósiles y el uso del automóvil para desarrollarnos, crecer y ser productivos. Una metrópoli donde desde un niño hasta un adulto mayor pueden respirar con tranquilidad sin el constante rumor de los motores de combustión interna y su aporte de gases y partículas al aire que respiramos.  Un oasis atmosférico en plena ciudad.

Las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) son áreas geográficamente definidas con una alta densidad poblacional, en las que se restringe el paso de los vehículos contaminantes que funcionan con gasolina y diésel, con el objetivo de reducir la contaminación del aire, y con ello salvaguardar el medio ambiente y proteger la salud humana.

En ellas se busca disminuir la congestión vehicular, favoreciendo la movilidad peatonal, el uso de la bicicleta y otros vehículos no motorizados. Dependiendo de las necesidades de la localidad donde se implementan, estos polígonos urbanos pueden establecer medidas flexibles, restringiendo completamente el acceso a vehículos con altas emisiones o bien imponiendo condiciones para su acceso como tarifas y horarios definidos.

El Centro Mario Molina describe a las ZBE como espacios que resultan de políticas públicas idóneas para revertir problemas de elevadas emisiones contaminantes derivadas de las fuentes móviles, en zonas de la ciudad que concentran a una gran cantidad de personas residentes y en tránsito. La Agencia Alemana de Cooperación Técnica, por su parte, las define como polígonos para implementar acciones orientadas a disminuir la congestión vehicular de automotores contaminantes para mejorar el entorno, favoreciendo la peatonalización, el uso de la bicicleta y la movilidad sustentable.

La primera Zona de Baja Emisión conocida se estableció en Estocolmo en 1996. Casi 30 años después, ya existen más de 200 zonas tan sólo en Europa. Morelos es el primer estado de nuestro país en implementarlas. ¿Qué espera Nuevo León para hacerlo? La mala calidad del aire tiene enormes repercusiones en la salud y en la economía de la población, por lo que este tipo de acciones deben ser prioritarias para los diferentes órdenes de gobierno.

Un ejemplo exitoso y de actualidad es el caso de las ciudades de Amberes y Bruselas, que implementaron este instrumento en 2017 y 2018, respectivamente. Con ello lograron una disminución de contaminantes como el carbono negro, el dióxido de nitrógeno y las partículas. Ahora, el municipio de San Pedro Garza García da un paso en la dirección correcta con el establecimiento de Zonas de Bajas Emisiones. El reto es muy grande y relevante para Nuevo León, y deberá acompañarse de monitoreo e instrumentos de política pública que sean vinculantes. Hoy en día, el Plan Integral de Gestión Estratégica de la Calidad del Aire de Nuevo León (PIGECA) establece las ZBE como una medida necesaria para una planeación urbana eficiente y baja en emisiones.

Estas zonas no sólo representan una forma de contribuir a la mejora inmediata de la calidad del aire y de la salud de las personas, son también un instrumento para promover un diseño urbano orientado a la sostenibilidad y el establecimiento de redes de transporte público eficientes.

Los habitantes de la Zona Metropolitana de Monterrey claman por un aumento de la oferta de transporte público de calidad, movilidad no motorizada y seguridad vial a nivel metropolitano.

Los regiomontanos tenemos derecho a la salud y al medio ambiente sano. Nuestra ciudad puede y debe transformarse en un ejemplo de conectividad real, acompañada de la restauración de nuestro territorio. Pero para ello, tenemos que tomarnos en serio este reto inaplazable.

Es una contradicción que los gobiernos tanto estatal como municipales de nuestra ciudad sigan pensando e invirtiendo de manera prioritaria en vías para el paso de vehículos con motores de combustión interna, más aún cuando tenemos el tiempo encima ante los ojos del mundo en el Mundial 2026, y cuando todos nuestros planes estratégicos a futuro dejan muy claro el rumbo que debemos tomar si queremos ser una ciudad saludable y resiliente al cambio climático.

Cada día es una oportunidad para propiciar el desarrollo sostenible y la salud ambiental de nuestra ciudad. Nadie lo hará por nosotros. Requerimos políticas públicas dirigidas a la generación de espacios públicos saludables y conectados entre sí, que prioricen el uso de medios de transporte libres de emisiones, con calles de primer nivel y no de segundo piso.

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La autora es Directora Ejecutiva del Observatorio Ciudadano de Calidad del Aire del Área Metropolitana de Monterrey (OCCAMM)