Incendia la violencia a Casa de los Famosos

“La serie rebasó los límites permitidos y recurrió a incómodos tintes de violencia. Y es esta palabra la que más taladró a los oídos de las marcas comerciales”

Escrito en OPINIÓN el

Regiándola

La producción de la Casa de los Famosos y Adrián Marcelo le estiraron la cola al tigre e hicieron enfurecer a la fiera.

En aras de mantener los niveles altos de rating no midieron los riesgos que se presentaban ya desde hace unas semanas, se engolosinaron y pagaron dolorosas consecuencias: se les vino abajo la casita.

En un país con más de 120 millones de habitantes -y más la mitad de ellos atentos al reality- despertaron al monstruo de la decencia, del feminismo y de los patrocinadores.

Por cierto, nomás por apuntar, muchos de ellos se sintieron afectados en sus valores y se dieron golpes de pecho, sabiendo que venden productos chatarra.

Ahora la empresa productora, denominada EndemolShine Boomdog, y la misma Televisa, terminaron con una endemoniada cruda moral y económica, más salvaje que la que deja el mismo Tonayán combinado con agua, diiiicen.

Como rezaba el mini cuento de Augusto Monterroso: “cuando despertaron, el dinosaurio todavía estaba ahí”. Así están, con la descomunal bestia soplándoles el cuello.

Cuentan que Emilio Azcárraga anda en modo de la maldiceinte Márgara Francisca porque, según informes extraoficiales, la empresa dejó de ganar alrededor de 100 millones de pesos con la salida de los patrocinadores.

La serie rebasó los límites permitidos y recurrió a incómodos tintes de violencia.

Y es esta palabra la que más taladró a los oídos de las marcas comerciales.

En realidad, la violencia, verbal o física, nos ha costado bastante en el país y en el mundo, por más grande o pequeña que sea.

La violencia acabó con Acapulco entre balaceras y ejecuciones. Y en el mismo tenor va tristemente Cancún.

Las amenazantes palabras terroríficas de Pablo Escobar a fiscales, policías, jueces y funcionarios cimbraron el terror, cuando les decía que se alinearan o mataría a sus hijos, padres y abuelos. No disparaba en estos casos una sola bala, el plomo era su garganta.

Ya después, si no le cumplían hasta soltaba bombas.

La violencia terminó con miles de personas (muchas inocentes) en la prolongada guerra del narcotráfico en el país y Nuevo León allá por el 2009.

El maltrato sicológico y la violencia física han provocado en los últimos años que en México se divorcien 33 de cada 100 parejas, según el Inegi.

La demoledora y mortífera guerra entre Rusia y Ucrania, y la de Israel con Gaza, no tienen para cuando terminar. Y todo empezó con violencia verbal entre pueblos que se odian.

Con esta me despido: la forma más primitiva de arreglar las cosas es la violencia.