Hacia el 10 de abril pasado, a través de una seguidilla de órdenes ejecutivas, Donald Trump escaló los aranceles a los productos chinos a un máximo de 145 por ciento. Entre todos los países con los que Estados Unidos mantiene un intenso intercambio comercial, China es el que más aporta a su creciente déficit (de $1.2 billones de dólares en 2024). Sólo el año pasado, el gigante asiático obtuvo un saldo a favor de 295,402 millones de dólares.
Así como ocurrió con Japón, Corea del Sur, la Unión Europea y otras economías, Trump esperaba gustoso que Xi Jinping, presidente de China, le marcara humilde para solicitarle audiencia, pero lo único que recibió fue una batería de aranceles recíprocos y un extendido embargo de las preciadas tierras raras que EU precisa para hacer funcionar sus aviones de combate, misiles nucleares y otros “juguetitos de guerra”.
Según el Servicio Geológico de EU, entre 2020 y 2023 China representó el 70% de las importaciones de tierras raras del país, lo que la convierte en su principal proveedor.
Datos del 2024, dan cuenta de que EU depende al 100% de las importaciones de 11 productos minerales clave, como el grafito natural, el manganeso, la fluorita y el arsénico, que son vitales para la fabricación de acero, la producción de baterías y la elaboración de productos químicos.
Entre 2020 y 2023, el 93% de todos los compuestos de itrio, que EU emplea en sistemas de radar, lásers y pantallas de televisión, provinieron de China. Empresas como Lockheed Martin, Tesla y Apple utilizan tierras raras críticas como samario, gadolinio, terbio, disprosio, lutecio y escandio, pues son esenciales para aplicaciones militares, motores eléctricos y electrónica de última generación.
En el informe “Cómo las tierras raras impulsan la defensa de EU”, se establece que éstas son fundamentales para fabricar desde aviones de combate hasta submarinos.
Por ejemplo, el avión de combate F-35 Lightning II requiere alrededor de 418 kg de materiales de tierras raras por unidad. Y el destructor clase Arleigh Burke de la Armada de EU utiliza unos 2,600 kilos de tierras raras, mientras que el submarino clase Virginia requiere 4,600 kilos, dice el informe.
Lo peor para los afanes neoimperialistas de Trump es que “China produce alrededor del 90% de las tierras raras refinadas del mundo y alberga la mayor capacidad de separación y purificación, lo que le otorga un control absoluto sobre las cadenas de suministro mundiales”, agrega el informe.
Sin tierras raras, las plataformas militares estadounidenses son sólo chatarra.
