Berlín.- Alemania se despidió de Franz Beckenbauer en un homenaje organizado por el Bayern en el Allianz Arena con participación del presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, del cardenal de Múnich, Rainhard Marx, quien transmitió un mensaje del Papa Francisco, y de viejos compañeros de camino.
La parte oficial de la ceremonia se inició con un aria cantada por el tenor Jonas Kaufmann, mientras celebridades del mundo del fútbol -varios campeones del mundo de las selecciones alemanas de 1974, 1990 y 2014- llevaban ofrendas florales al círculo central, donde había un retrato gigante del "Kaiser".
El primer discurso fue del actual presidente del Bayern, Herbert Hainer. "Franz fue amigo de todos desde lo más profundo de su corazón", dijo.
"Estoy seguro de que se hubiera alegrado de ver tantas personas en el estadio, pero luego hubiera preguntado: ¿de verdad habéis venido todos por mí? También hubiera dicho que no hacía falta", agregó.
Luego cantó otra vez Hoffmann antes de que Steinmeier tomara la palabra como máximo representante del Estado alemán y recordara a Beckenbauer como "un talento diplomático natural y como el embajador más querido que ha tenido nunca Alemania".
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"No sé si los ángeles en el cielo practican algún deporte. Pero sé que en los últimos días han oído todo el tiempo una voz con acento bávaro que les dice: jugad fútbol", señaló el presidente alemán.
"Salid y jugad fútbol", es la frase que se supone que Beckenbauer dijo a los jugadores de la selección de 1990 antes de la final contra Argentina.
Tras una breve película que pasaba revista a la vida de Beckenbauer, tomó la palabra el primer ministro bávaro, Markus Söder, y recordó cómo Beckenbauer había apasionado a varias generaciones como jugador, como entrenador y también como directivo.
"Mi padre admiró al jugador, yo al entrenador. Él no fue el primero en ganar un Mundial como jugador ni como entrenador. Pero sí el único que además ha conseguido la sede de un campeonato del mundo para su país", subrayó Söder.
El siguiente orador fue Uli Hoeness, presidente de honor del Bayern y compañero de Beckenbauer tanto en el club como en la selección.
"Durante el campeonato del mundo de 1966 vi a Franz por televisión en los partidos de Alemania contra España y contra Argentina. Yo era un juvenil y pensé que sería hermoso jugar con él. Cuatro años después firmé con el Bayern", relato.
Hoeness recordó además que cuando él no sabía qué hacer con la pelota siempre buscaba a Beckenbauer. "Sabía que con él estaba segura", afirmó.
"El Bayern creció con Franz. Él siguió creciendo, pero nunca se olvidó de dónde venía. Y este estadio no se hubiera construido si él no hubiera traído a Alemania el Mundial 2006. Sólo por él tenemos ahora los estadios más modernos del mundo", comentó.
Hoeness también recordó el ambiente que hubo en 2006, cuando el país se inundó de alegría y de orgullo con el Mundial. "Creo que deberíamos recuperar ese espíritu, volver a estar orgullosos de lo que somos", dijo.
Luego afirmó que quería aclarar que en ese proceso de recuperar el orgullo no quería incluir a la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD).
Al comienzo y al final de la ceremonia, un coro cantó "Gute Freunde kann niemand trennen" (A los buenos amigos nadie los puede separar), un himno de los años setenta que se identifica con Beckenbauer.
La parte final terminó con una intervención del cardenal de Múnich, Reinhard Marx, que pronunció una oración y dijo a los presentes que acababa de tener una comunicación por correo electrónico con el Papa Francisco que, agregó, estaba "unido en oración con el Allianz Arena".
En general, todos los oradores recordaron las imágenes icónicas de Beckenbauer. Su paseo por el centro del campo en silencio tras la final de 1990 mientras otros celebraban, su brazo en cabestrillo durante la semifinal contra Italia en 1970 o su acostumbrada forma de jugar mirando a compañeros y contrarios y nunca a la pelota porque, dijo Steinmeier, sabía que esta le obedecía.
En la tribuna donde estaban los oradores había varias fotografías que mostraban al joven Beckenbauer en sus primeros tiempos en el Bayern, al Beckenbauer, capitán de la selección campeona del mundo de 1974, y al Beckenbauer, ya maduro, con la chaqueta roja que identifica a las leyendas del Bayern.