San Nicolás de los Garza.- El fútbol tiene la capacidad de forjar leyendas, y para los Tigres, uno de esos nombres que perdura en la memoria es el del peruano Gerónimo 'Patrulla' Barbadillo. Su nombre resuena con fuerza en la historia del club, no solo por su talento en el campo, sino también por el impacto que dejó en el fútbol regiomontano y en el corazón de los aficionados felinos.
Nacido el 24 de septiembre de 1954 en Lima, Perú, Barbadillo comenzó su carrera en el Sport Boys, uno de los clubes más tradicionales de Perú y donde su padre Willy Barbadillo también destacó como futbolista. Desde joven mostró sus dotes como extremo, caracterizado por su velocidad, regate y gran capacidad de desborde.
'Patrulla' Barbadillo dio el salto al fútbol mexicano en 1975, llegando a un equipo de Tigres que aún no alcanzaba la grandeza de hoy. El extremo rápidamente se convirtió en una pieza fundamental del equipo con el que obtuvo el primer título de liga, esto en la temporada 77-78, el peruano fue uno de los grandes protagonistas.
Más allá de los títulos y las estadísticas, el legado de Gerónimo Barbadillo en Tigres está marcado por la transformación que ayudó a iniciar en el club. Antes de su llegada, Tigres era un equipo que aspiraba a la grandeza; con él en sus filas, se convirtieron en un equipo protagonista en el fútbol mexicano, y es tanto el cariño y respeto que se le tiene que su número 7 fue retirado del club, solo cuando se jugaba Copa Libertadores fue utilizado por alguien más y porque así lo exigía la competencia.
Barbadillo dejó Tigres en 1982 para emigrar al fútbol europeo, donde jugó en Italia, primero en el Avellino y luego en el Udinese, donde continuó deslumbrando con su talento.
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A día de hoy, el nombre de 'Patrulla' Barbadillo sigue siendo recordado con cariño por los aficionados de Tigres, muchos lo consideran uno de los mejores extranjeros que ha pasado por el club, y su contribución a los éxitos iniciales del equipo lo convierten en una figura histórica del fútbol regiomontano
Su velocidad, capacidad de desborde y espíritu luchador lo convirtieron en un ídolo no solo en el Estadio Universitario de Tigres, sino en cada cancha en la que mostró su clase. Su legado sigue vivo en las generaciones de aficionados y jugadores que lo vieron o crecieron escuchando sobre sus hazañas.