Londres.- El proyecto de Mauricio Pochettino en el Chelsea sufrió un nuevo revés y el técnico argentino vio comprometido su futuro tras caer derrotado 2-4 ante el Wolverhampton, que gozó de una victoria de prestigio en Stamford Bridge marcada por el triplete del exjugador del Atlético Matheus Cunha que colocó media soga al cuello alrededor del todavía dueño del banquillo del conjunto londinense.
Los cánticos de la afición del Chelsea a falta de diez minutos para el final, cuando lucía un escandaloso 1-4 en el marcador, fueron demasiado fotográficos de la situación que vive Pochettino en el banquillo: "Vas a ser despedido por la mañana", coreó una parte importante de Stamford Bridge, cansada de recibir goles tras los cuatro que encajó la pasada jornada frente al Liverpool.
Y es que, otra vez, y ya van demasiadas, el Chelsea volvió a firmar un partido irregular y nada apacible. El equipo de Pochettino sigue perdido en la búsqueda de una regularidad invisible desde que comenzó el curso. Por eso, está a más puntos de distancia de Europa que del descenso (13 por 11). Casi cualquier equipo es capaz de generarle problemas y en esta ocasión fue el Wolverhampton el elegido.
Las bajas, hasta ocho (Chalobah, Colwill, Cucurella, Fofana, James, Lavia, Robert Sánchez y Ugochukwu) ya no son una excusa para el Chelsea. Su balance de transferencias esta temporada es de -198,40 millones de euros con unos gastos en fichajes de 467,80 millones de euros y unos ingresos de 269,40 millones de euros en ventas. Una cantidad considerable para esperar mucho más de un equipo que ya olvidado el ecuador del curso inició el choque en la décima posición. Se enfrentó al undécimo y fue superado.
Y eso que se adelantó en el marcador a los veinte minutos en uno de los pocos instantes en los que Enzo Fernández pudo agarrar el balón, pensar y dar una vuelta a una jugada. Escorado a la izquierda y con un plano más amplio de visión, el centrocampista argentino amasó la pelota, la filtró a Gallagher que, al primer toque se la cedió a Caicedo. El ecuatoriano dio un pase espectacular a Palmer y, ante José Sá no falló.
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El Chelsea consiguió un premio que no duró ni tres minutos. Tampoco tiene buena suerte el conjunto londinense y eso fue lo que provocó, en parte, el empate. Eso sí, también influyó que Caicedo se durmió en el centro del campo y se dejó robar la cartera por Joe Gomes, que como un cuchillo lanzó a sus compañeros hacia el empate. Fue Cunha quien culminó la jugada con un disparo que rebotó en Thiago Silva para firmar un tanto que casi se repitió al borde del descanso.
En el peor momento posible, justo antes de que los jugadores se marcharan hacia los vestuarios, el Wolverhampton celebró el segundo. De nuevo, de rebote, porque Ait-Nouri puso un centro desde la zona derecha que dio en la pierna de Disasi, a quien se le atribuyó un gol en propia meta.
Es lo que le faltaba al Chelsea para hundirse. Sin capacidad para levantarse de la lona esta temporada y mal receptor de malas noticias cuando el barco se hunde, terminó de arrodillarse en el segundo acto. El Wolverhampton, con ventaja, reculó unos metros y cada contragolpe se convirtió en un martirio para el equipo de Pochettino. Y, en uno de ellos, a falta de media hora para el final, Cunha , tras una gran jugada de Pedro Neto por la banda derecha en la que retrató la poca velocidad de Thiago, marcó el 1-3.
El tanto del delantero brasileño no dio por concluido el partido. Aún quedaba tiempo, el Chelsea no era capaz de nada y el Wolverhampton se aprovechó de la situación. Y fue de nuevo Cunha quien apareció para provocar un penalti de Gusto que transformó él mismo para cerrar su triplete. El postrero tanto de cabeza de Thiago Silva fue un espejismo y el 2-4 final retrató la mala situación que atraviesa el Chelsea con su entrenador cada vez más cuestionado.