Miami.- El chileno Nicolás Jarry, número 23 del mundo, no pudo este miércoles con el ruso Daniil Medvedev (n.4), que buscará el pase a la final del Miami Open frente al italiano Jannik Sinner (n.3).
Jarry concluyó su gran papel en el Masters 1.000 de Florida con una derrota en cuartos ante el vigente campeón de Miami por 6-2 y 7-6(7) en una hora y 40 minutos.
Medvedev y Sinner volverán a verse las caras en Miami después de competir el año pasado en la final, donde se acabó imponiendo el de Moscú.
El ruso domina los procedentes previos (6-4) pero el italiano ha ganado sus últimos cuatro duelos y el último fue sin duda el más importante de todos: la final del Abierto de Australia de este mismo año que supuso el primer 'grande' para Sinner.
Para añadir más pólvora a este explosivo partido, Medvedev y Sinner se han enfrentado en total en cinco finales con dos triunfos para el ruso (Rotterdam y Miami) y tres para el transalpino (Pekín, Viena y Abierto de Australia).
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Por el otro lado del cuadro, los cuartos de final se jugarán este jueves entre el español Carlos Alcaraz (n.2) y el búlgaro Grigor Dimitrov (n.12) y entre el alemán Alexander Zverev (n.5) y el sorprendente húngaro Fábián Marozsán (n.57).
Pese a la eliminación, Jarry igualó en Miami su mejor resultado en un Masters 1.000, ya que hasta ahora solo había llegado a los cuartos de final de torneos de este calibre en una ocasión (Shanghái, 2023).
Lucha de gigantes
En horario nocturno de partido importante, Jarry tenía frente a sí una lucha de gigantes no solo por la indudable calidad de Medvedev sino también porque ambos tenistas miden nada menos que 1,98 metros.
El único precedente entre ellos quedaba muy lejos: una victoria de Medvedev en Barcelona en 2019.
Jarry empezó con aplomo, exhibiendo seguridad en su saque y no dejando que le intimidara el escenario, pero Medvedev es uno de los rivales más rocosos del circuito, un tenista inagotable capaz de devolver golpes imposibles y que exige dosis extra tanto de paciencia como de precisión.
Un 15-40 en su segundo turno al servicio supuso el primer desafío importante para el de Santiago. Respondió bien salvando dos bolas de 'break', pero a la tercera mandó un revés a la red y perdió el saque (3-1).
Tenía Jarry a la mayoría del público a su favor y los fanáticos chilenos no dejaban de animarlo con gritos de "Vamos, Nico".
Sin embargo, estaba pagando carísimos sus errores ante un Medvedev impérterrito, implacable e imponente que no tuvo que afrontar ni una sola bola de 'break' en contra en toda la primera manga.
A Jarry le pedía su equipo que arriesgara más, pero se volvió a atascar en algunos errores muy poco oportunos y, con una derecha que se le fue demasiado larga, perdió una vez más su servicio y Medvedev cerró el primer set en 32 minutos (6-2).
No bajó los brazos el chileno, que en el comienzo de la segunda manga pareció refugiarse con acierto en la combinación de saque y subida a la red.
Medvedev seguía sin mostrar dudas, como un muro de hormigón sin una sola fisura en su superficie. Pero Jarry subió sus prestaciones desde el fondo de la pista, volvió a exhibir una gran fortaleza en su servicio, limitó sus errores no forzados y dejó claro que no se iría de Miami sin ofrecer una buena pelea.
"Estate tranquilo, confía, que estás mucho mejor -le decía a Jarry su equipo-. Una a una. Vamos, vamos".
Su primer gran momento al resto llegó con 40-40 y 4-4 en el marcador, pero Medvedev no entiende de relajaciones: soltó dos truenos con su saque y alejó cualquier peligro (5-4).
Tuvo una opción aún más clara con un 30-40 y 5-5 tras un globo milagroso. De nuevo, el ruso también la salvó con una asombrosa solvencia (6-5).
Claramente de menos a más a lo largo de la velada, Jarry llegó a salvar dos 'match point' en contra en un vibrante 'tie break' pero finalmente sucumbió ante un Medvedev que cerró una actuación muy sólida.
Antes de arrancar el partido, Jarry protagonizó una de las anécdotas del día en Miami cuando un saque suyo durante el calentamiento golpeó a una recogepelotas. El chileno fue corriendo de inmediato y habló con la joven para asegurarse de que se encontraba bien.