Monterrey.- El beisbol mexicano está de luto. La mañana de este 27 de julio, la organización Ligas Pequeñas de Beisbol de México emitió un comunicado oficial para informar y lamentar el fallecimiento de Ángel Macías Barba, considerado una de las figuras más emblemáticas en la historia del beisbol infantil a nivel mundial.
La publicación, acompañada de una imagen conmemorativa, fue rápidamente replicada por ligas, academias y figuras del medio beisbolístico, quienes se unieron en redes sociales para rendir homenaje al héroe de Williamsport 1957.
Macías, originario de Aguascalientes pero avecindado en Monterrey, será recordado para siempre por haber lanzado el único juego perfecto en una final de la Serie Mundial de Ligas Pequeñas, una hazaña que dio a México su primer campeonato en el torneo y que lo convirtió en leyenda desde los 12 años.
El histórico juego perfecto en Williamsport
Nacido en Aguascalientes el 2 de septiembre de 1944, Ángel Macías se convirtió en leyenda cuando representó a la Liga Industrial de Monterrey en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas. En el juego por el campeonato, Macías retiró a los 21 bateadores que enfrentó sin permitir que ninguno se embasara, logrando el único juego perfecto en una final de Williamsport hasta la fecha.
Ese triunfo fue el primero para México en la historia del torneo y marcó el inicio del legado internacional del beisbol infantil mexicano.
Protagonista de una historia de película
La gesta de Macías y sus compañeros inspiró la película “Los Pequeños Gigantes”, filmada un año después del campeonato. La cinta relata los obstáculos que enfrentaron los niños de Monterrey para llegar desde campos improvisados hasta la cima mundial, y consolidó a Ángel como el símbolo de esfuerzo, talento y humildad.
Trayectoria profesional y legado
Tras su paso por las Ligas Pequeñas, Ángel Macías jugó profesionalmente con los Broncos de Reynosa, equipo al que ayudó a coronarse en 1969. Posteriormente fue transferido a los Sultanes de Monterrey en un cambio histórico que incluyó al legendario Héctor Espino.
Aunque como profesional ya no volvió a lanzar, se mantuvo como jardinero y fue una figura respetada dentro y fuera del diamante. Siempre avecindado en Monterrey, Macías dedicó su vida al deporte y al recuerdo imborrable de aquella hazaña que sigue viva en la memoria del beisbol mexicano.