Monterrey.- El Clásico Regio 141 entre Rayados y Tigres, correspondiente a la Jornada 16 del Apertura 2025, finalizó con saldo controlado, aunque se registraron cuatro personas detenidas tras algunos disturbios en los alrededores del “Gigante de Acero”.
El encuentro, que terminó 1-1, reunió a más de 50 mil aficionados y contó con un operativo especial de seguridad coordinado entre autoridades municipales y estatales.
Incidentes tras el Clásico Regio
De acuerdo con los primeros reportes policiales, los hechos ocurrieron sobre la avenida Pablo Livas, cuando la barra de Tigres, Libres y Lokos, se desplazaba con dirección a avenida Chapultepec.
Elementos de seguridad pública implementaron un cerco para controlar el tráfico y evitar enfrentamientos entre grupos de aficionados, momento en el que se registraron los disturbios que derivaron en cuatro detenciones.
Las personas involucradas fueron puestas a disposición de las autoridades correspondientes para definir su situación legal. No se reportaron lesionados de gravedad ni daños materiales considerables en la zona.
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Pese a estos hechos aislados, el saldo del operativo fue reportado como controlado. La presencia de la Secretaría de Seguridad Pública de Nuevo León, junto con Policía de Monterrey y Guardia de Proximidad, permitió la rápida dispersión de los involucrados y el restablecimiento del orden en las inmediaciones del estadio.
Resultado del Clásico Regio 141
El duelo entre Rayados y Tigres terminó con empate 1-1, con goles de Sergio Canales para Monterrey, desde el punto penal, y de Ángel Correa para Tigres en el complemento.
Con este resultado, Rayados se mantiene en el quinto lugar de la tabla con 31 puntos, mientras que Tigres ocupa la tercera posición con 33 unidades, ambos ya clasificados a la Liguilla del Apertura 2025.
El color: Clásico Regio 141 se tiñe de emociones y termina igualado
Rayados y Tigres firmaron un empate 1-1 en una noche cargada de pasión, tensión y orgullo en el 'Gigante de Acero'.
Las aficiones no fallaron. Como cada clásico, Monterrey amaneció dividida en colores. La gente de Rayados pintó la calle de azul y blanco para recibir a su equipo entre banderas, humo y cánticos que acompañaron al autobús rumbo al estadio. Los jugadores respondieron desde las ventanillas con aplausos y sonrisas; la fiesta ya había comenzado.
Del otro lado, la caravana de Tigres avanzó desde la Pastora entre cantos y tambores. Al llegar al Gigante de Acero, los seguidores felinos vivieron momentos de incertidumbre: más de una hora esperando poder ingresar, entre filtros y revisiones, bajo la custodia de policías municipales. Cuando por fin se abrieron las puertas, el rugido amarillo subió hasta lo más alto de la zona visitante.
En la cancha, Rayados salió a calentar arropado por su gente; Tigres lo hizo entre silbidos y abucheos que hicieron retumbar el estadio. El ambiente era eléctrico, la tensión flotaba en el aire. Apenas al minuto 7, Ozziel Herrera rozó el primer grito con un disparo al poste que estremeció a todo el recinto.
El partido continuó con intensidad. Al 32’, Jorge “Corcho” Rodríguez fue expulsado por cortar una opción clara de Ángel Correa. El duelo se desató. Y justo antes del descanso, el árbitro César Ramos Palazuelos expulsó a Jesús Angulo y señaló penal para los locales. Sergio Canales tomó el balón, miró a Nahuel Guzmán y definió con clase. El Gigante de Acero explotó: 1-0 y una mitad que se cerraba con dos almas opuestas en las tribunas.
Para el complemento, Tigres adelantó líneas y buscó el empate con insistencia. Y lo encontró. Al minuto 67, Ángel Correa recibió un pase filtrado de Juan Brunetta y definió cruzado ante Santiago Mele para poner el 1-1. Primer Clásico Regio, primer gol para el argentino, que lo celebró con rabia y el puño al cielo.
Lucas Ocampos, sustituido en el complemento, vivió los últimos minutos de pie junto al cuerpo técnico, gritando, alentando y reclamando cada jugada. Desde la banca fue un entrenador e hincha más.
Al final, Gignac esperó en la entrada del túnel. Saludó a su compatriota Anthony Martial y, segundos después, se fundió en un abrazo con Ocampos. Los dos se alejaron conversando, caminando juntos hacia los vestidores, mientras el clásico se apagaba entre cánticos y suspiros.
