Argentina.- Dos historias distintas, un mismo símbolo espiritual. Germán Berterame y José María Basanta, figuras vinculadas al Club de Futbol Monterrey, han tenido el privilegio de estar cerca del Papa Francisco en diferentes momentos de su vida.
Basanta, excapitán albiazul, formó parte de la comitiva argentina que estuvo presente en un homenaje al Santo Padre previo a un partido amistoso entre las selecciones de Italia y Argentina, el 13 de agosto de 2013. Fue una jornada inolvidable, marcada por un mensaje profundo y humano del Papa, quien les pidió a los jugadores más humildad, altruismo y compromiso con la sociedad fuera de las canchas.
La distribución del salón fue clara: los jugadores italianos se sentaron a la derecha del Papa, los argentinos a la izquierda. Desde la cuarta hasta la vigésima quinta fila se colocaron los acompañantes. La espera fue breve, de apenas ocho minutos, pero el impacto eterno: a las 12 en punto, Su Santidad ingresó por una puerta lateral. Los presentes se pusieron de pie y lo ovacionaron durante casi 40 segundos.
El Pontífice, con su túnica blanca y zapatos negros de corte sencillo, ofreció primero un ramo de olivo a los capitanes Gianluigi Buffon y Lionel Messi. Después de los discursos formales, llegó el momento del saludo personal: los capitanes, técnicos, jugadores y dirigentes desfilaron con orden —o con el desorden típico argentino, como bromeó el propio Francisco— para recibir su bendición.
Te podría interesar
“Vieron cómo se comportaron los italianos y los argentinos… unos ordenados, otros desprolijos. Bueno, yo soy uno de ellos”, dijo el Papa entre risas, mostrando su calidez y cercanía con los suyos.
En un contexto muy diferente, Germán Berterame conoció al entonces Jorge Bergoglio en su juventud. Fue él quien le impartió el sacramento de la Confirmación, cuando el ahora delantero de Rayados apenas comenzaba a trazar su camino, mucho antes de emigrar a México y convertirse en profesional.