San Nicolás.- La Final del 28 de noviembre en el estadio Borregos representó una carga emocional para Antonio Zamora. Desde la banda, el entrenador llevaba el antecedente de finales que habían escapado. Tras siete intentos sin victoria ante Borregos —incluidos tres consecutivos— Auténticos Tigres logró imponerse y obtener su séptimo campeonato, el primero desde 2018. Por eso, cuando la patada de 57 yardas pegó en la estructura inferior del poste y el reloj comenzó a agotarse, Zamora entendió que ese instante tenía un significado distinto.
“Me tocó perder tres finales como jugador —2001, 2002 y 2005—, dos de ellas por muy poco, y después como entrenador también vivimos tres tropiezos quedándonos a una posesión. Por eso este título tiene un valor diferente: llega después de muchas veces estar tan cerca”.
Ahora, Auténticos Tigres buscará refrendar su título en el 2026. Y en exclusiva para ABC Deportes, el coach Zamora habló de lo que viene para su programa, pero también recreó con detalle cómo se vivió desde adentro aquella final del viernes 28 de noviembre en el estadio de Borregos.
¿Cómo viviste la Final desde la banda, especialmente considerando tus experiencias pasadas en finales?
"Fue una montaña rusa emocional, porque más allá del momento, traes historia cargada. Ya lo dije: me había tocado perder tres finales como jugador, dos de ellas por muy poco. Y luego, como entrenador en esta etapa de Liga Mayor post reunión, también perdimos tres por una posesión. Por eso esta Final tenía un peso especial. Era la oportunidad de cerrar esos capítulos que habían estado tan cerca y que no se habían dado".
Cuando Borregos volvió a acercarse, ¿se sintió el fantasma del pasado?
"Lo trabajamos toda la semana. Sabíamos que ese escenario podía aparecer, pero nos enfocamos en lo mental: mantenernos presentes, no irnos a años pasados donde detalles nos costaron el título. Esta vez la banca fue muy diferente; solo se escuchaban palabras de apoyo, motivación, confianza. Eso ayuda a que el equipo esté tranquilo y no repita errores".
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La patada final de 57 yardas fue dramática. ¿Cómo la viviste tú?
"Lo primero fue medir la distancia, porque sabíamos que él ya había pegado en ese rango. Luego me agacho, no la veo; escucho el contacto y alguien dice “no llegó”. Levanto la mirada y alcanzo a ver cuando cae. Fue furor, pero también calma. Empecé a revisar tiempos, radios, confirmar si salía otra jugada, porque ya antes creímos que teníamos algo ganado y se nos fue. Era no repetir eso".
¿Qué significó el gesto del coach Carlos Altamirano al cruzar el campo sin pedir tiempo fuera y abrazarte?
"Habla de la relación entre las instituciones. En el futbol americano regiomontano hay rivalidad deportiva, pero también respeto. Eso lo hizo como caballero: entendió que ya no había por qué frenar el juego. Fueron palabras de reconocimiento y eso dice mucho del Tec y de él como persona".
Este campeonato sabe diferente para ti… ¿por qué?
"Porque me había tocado vivirlo en derrota en los dos roles: jugador y coach. Estuvimos cerca muchas veces y hoy se siente distinto, como un premio al esfuerzo de muchas generaciones que han estado tocando la puerta para que este programa creciera".
