San Nicolás.- Hablar de Tigres es hablar de Tomás Juan Boy Espinoza. El “Jefe” es, para muchos, uno de los tres futbolistas más grandes en la historia del club y una figura irrepetible cuya huella quedó marcada en generaciones enteras de aficionados. Su nombre forma parte inseparable de la identidad auriazul y su legado continúa vigente más allá del tiempo.
El inicio de una trayectoria histórica
Tomás Boy llegó a Tigres en 1975 y debutó el 2 de marzo de ese año ante América. Aquella tarde entró de cambio al minuto 85, iniciando una trayectoria que pronto se convertiría en legendaria.
En su primera temporada completa disputó 36 partidos y fue pieza clave para que los felinos conquistaran su primer título de Copa, el inicio de una etapa dorada para la institución.
Un año más tarde, Boy fue protagonista del primer campeonato de Liga en la historia auriazul, guiando al equipo con su talento, liderazgo y un estilo único que combinaba técnica, carácter y una visión de juego incomparable.
Capitán y referente de una época
Sus regates, definiciones acrobáticas y goles decisivos marcaron el camino de Tigres en múltiples Liguillas, incluidas las finales de 1978-79 y 1981-82, esta última ganada en penales al Atlante en el Estadio Azteca.
Durante trece años, el “Jefe” defendió los colores de Tigres con una entrega absoluta. Disputó 413 partidos oficiales y marcó 98 goles, registro que posteriormente superó André-Pierre Gignac, pero que durante décadas fue el estándar histórico del club. Su liderazgo trascendió la cancha: Tomás Boy fue capitán, símbolo y estandarte de toda una época.
Aunque nunca llegó a dirigir a los felinos, su vínculo con la institución permaneció intacto. Para la afición, Tomás es eternamente “El Jefe”, un futbolista que no solo ganó títulos, sino que representó el espíritu competitivo y la identidad de Tigres como pocos.
