México.- Jacqueline “La Maga” Ovalle abrió su corazón en una charla para Sports Management, la agencia que la representa, y relató cómo comenzó su historia con Tigres Femenil, el equipo que marcó su carrera y la llevó a convertirse en la transferencia más cara del mundo hacia el Orlando Pride de la NWSL.
Ovalle recordó el momento en que Tigres Femenil tocó a su puerta, y que al ver lo el ambiente que se vivía en el “Volcán” no dudo en darle el sí al equipo, donde dejo una huella imborrable.
“Me habla David Fresh y me dice: ‘Te queremos reclutar, hemos visto tus partidos, vimos tu Mundial, nos interesas’. Me invitan al partido de Tigres varonil en el Universitario y fue una locura total. Yo dije: ‘Yo quiero jugar aquí, yo pago por jugar aquí’. Firmé mi contrato sin pensarlo”, contó.
En aquellos primeros años, 'la Maga' recordó que no todo era glamour ni grandes salarios, pero sí un proyecto serio que le ofreció respaldo.
“En ese tiempo Tigres me dio Casa Club, comidas… no todos los clubes lo hacían. Mi familia siempre me apoyó, pero no estábamos tan bien económicamente como para pagarme un depa. Tener ese respaldo me llenó de orgullo: de no tener nada, pasé a poder vivir del futbol. Hoy gracias a Dios vivo de esto”.
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La atacante reconoció que antes de Orlando tuvo propuestas de clubes europeos y de otros equipos de la NWSL, aunque finalmente se inclinó por el Pride.
“Imagínate, un club campeón de Estados Unidos apostando por mí. No es cualquier cosa. Es una liga muy competitiva y estoy agradecida por el esfuerzo que hicieron. Ahora me toca demostrar por qué pagaron tanto”.
Ser la transferencia más alta en la historia la tomó por sorpresa: “No es fácil asimilarlo porque no sólo es la más cara de México, sino del mundo. Romper un récord es algo que me marcó y ahora debo entregar mi alma en la cancha para justificarlo”.
También habló de momentos duros, como la final perdida del Apertura 2024 ante Rayadas, donde falló un penal que pudo cambiar la historia:
“Fue lo más triste que me pasó en mi carrera. Al principio sentí toda la responsabilidad, incluso me daba miedo volver a cobrar uno. Pero en la tanda levanté la mano. Acababa de fallar, pero sabía que tenía que ir y meterlo… y lo metí. Era mi forma de responder”.
Entre lágrimas y sonrisas, recordó su icónico gol conocido como “El Camaroncín”: “La quise prolongar y salió un golazo. Me dijeron que era el gol del torneo. No lo busqué, pero fue una de las mejores experiencias de mi vida. Para mí, no necesito un trofeo para saber que ese fue un gran gol, le apreté a todos los botones del FIFA y salió”.
Ovalle se va de Tigres Femenil con recuerdos imborrables, una huella histórica en la Liga MX Femenil y un nuevo reto en Estados Unidos que promete seguir engrandeciendo su leyenda.
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