Trump acelera la carrera hacia la Luna y Marte con nueva orden ejecutiva

La administración estadounidense establece el 2028 como plazo para el regreso humano al satélite, pese a las restricciones presupuestarias en la NASA.

La luna unos de los objetivos de Trump
La luna unos de los objetivos de Trump Créditos: Especial.
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Washington.- El gobierno de Estados Unidos, bajo el liderazgo del presidente Donald Trump, ha formalizado una ambiciosa estrategia espacial mediante una orden ejecutiva que redefine los objetivos de la nación para los próximos años. El decreto establece como meta prioritaria el regreso de astronautas a la superficie lunar en 2028, con el propósito de consolidar la superioridad estadounidense frente a competidores estratégicos como China. Este plan no solo busca un alunizaje simbólico, sino que proyecta la construcción de una base permanente para el año 2030, sentando los cimientos de una economía espacial que facilite las futuras misiones tripuladas hacia el planeta Marte.

La nueva directriz presidencial surge en un contexto de creciente tensión tecnológica, especialmente tras las alertas de la Fuerza Espacial sobre los avances chinos en la órbita terrestre baja. Para contrarrestar esta brecha, el documento instruye a las agencias federales a fomentar la inversión privada, con el objetivo de captar al menos 50 mil millones de dólares en los próximos tres años. Parte fundamental de este esquema incluye el despliegue de tecnología nuclear para el suministro energético en el polo sur lunar y la transición de la Estación Espacial Internacional hacia plataformas operadas por empresas comerciales estadounidenses para finales de la década.

Sin embargo, el cumplimiento de estos plazos enfrenta un panorama financiero complejo. Mientras la Casa Blanca exige acelerar los lanzamientos y modernizar infraestructuras, la propuesta presupuestaria para el año fiscal 2026 contempla una reducción del 25 por ciento en los fondos destinados a la NASA. Este recorte ha generado preocupación en la comunidad científica y técnica, que advierte sobre la posible cancelación de misiones activas y el riesgo que implica priorizar los tiempos políticos sobre los protocolos de seguridad y sostenibilidad institucional a largo plazo.

Ante estos retos, la administración de la NASA deberá presentar en un lapso de 90 días un plan integral que aborde las deficiencias técnicas y optimice la cadena de suministro nacional. La orden es clara: se deben identificar y corregir aquellos programas con sobrecostos o retrasos significativos que no se alineen con la nueva era de exploración. Así, la administración apuesta por una reforma regulatoria profunda que devuelva a Estados Unidos la vanguardia en el descubrimiento humano y la protección de sus intereses de seguridad en el espacio cislunar.

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