Ciudad de México.- Las microondas, esas ondas de radio con frecuencias extremadamente altas, han evolucionado de ser una tecnología experimental en los jardines del Vaticano a una herramienta fundamental que define nuestra vida moderna, desde la forma en que calentamos nuestros alimentos hasta cómo entendemos la formación del cosmos.
El pionero Guglielmo Marconi, ganador del Premio Nobel de Física por sus contribuciones a la telegrafía inalámbrica, instaló un enlace de radio por microondas en 1932 para conectar el Vaticano con la residencia de verano del Papa Pío XI, en Castel Gandolfo. Incluso desarrolló un sistema de comunicaciones portátil montado en un automóvil para el Papa, que algunos consideran un precursor del teléfono móvil.
Sin embargo, mucho antes que Marconi, el científico indio Jagadish Chandra Bose desarrolló tecnologías iniciales de microondas a finales del siglo XIX. Bose experimentó con ondas milimétricas (las mismas que utiliza la tecnología 5G actual) y demostró en 1895 que podían activar dispositivos a distancia. Aunque su trabajo en física cayó en el olvido, el biógrafo Sudipto Das sugiere que Marconi debe parte de su reconocimiento a Bose, cuyo detector de señales de radio, el cohesor, pudo haber sido utilizado en la primera transmisión transatlántica de Marconi en 1901.
De la Guerra a las Palomitas
La Segunda Guerra Mundial fue clave para el desarrollo de las microondas. Un dispositivo llamado magnetrón de cavidad, desarrollado en el Reino Unido en 1940, se convirtió en una tecnología de radar poderosa y eficaz. Su alcance y precisión dieron a los países Aliados una ventaja importante en el conflicto.
Este mismo magnetrón inspiró al ingeniero Percy Spencer a inventar el horno microondas en 1945, después de notar que una barra de cacahuetes en su bolsillo se derretía cerca del dispositivo. Las microondas funcionan a frecuencias específicas, como los 2.4 gigahercios (GHz), que excitan las moléculas de agua dentro de los alimentos, generando calor por fricción.
Salud, Sonidos y El Eco del Big Bang
Las microondas han demostrado tener usos médicos y militares. El profesor James Lin, de la Universidad de Illinois, experimentó en los años setenta con el efecto auditivo de las microondas, sugiriendo que las ondas inducen presión que se percibe como sonido en el oído humano. Esta hipótesis sigue siendo la explicación más plausible para los síntomas reportados por diplomáticos con el llamado **síndrome de La Habana. Además, Lin ha desarrollado terapias menos invasivas, como la inserción de un emisor de microondas en el corazón para destruir tejido cardíaco anormal, técnica hoy de uso extendido.
Pero el mayor descubrimiento de las microondas ocurrió a principios de los sesenta. Los radioastrónomos Arno Penzias y Robert Woodrow Wilson detectaron un constante "silbido" en una antena que no podían eliminar. Lo que escucharon fue la radiación cósmica de fondo de microondas, el vestigio del Big Bang, ocurrido hace unos 13,800 millones de años.
Este ruido residual está presente en todo el cosmos. Una pequeña parte de la estática en televisiones analógicas era ese eco del nacimiento del universo. Hoy, satélites y astrónomos utilizan las microondas para mapear estas fluctuaciones, confirmando nuestra comprensión de la historia más grande de todas: cómo empezó todo.
