Monterrey.- Aunque en el barrio La Purísima se conjuga la tradición, la religión y la modernidad, existe otro elemento no tan agradable: el abandono.
Actualmente, en el emblemático sector también destaca el descuido en la infraestructura urbana, los árboles secos de la plaza, casas abandonadas y terrenos tomados por quienes no tienen un hogar.
En un recorrido realizado por ABC Noticias saltó a la vista la otra cara de La Purísima, en el que a consecuencia de la población y constante tránsito de vehículos, el deterioro es evidente, así como la falta de atención por parte de las autoridades.
Desplazarse por las calles se convierte en un reto tanto para los peatones y sobre todo para personas con discapacidad, ante las angostas banquetas que los obligan a bajar, tanto a pie como en silla de ruedas, a nivel de calle, aumentando el riesgo de tener algún accidente.
Israel Leal, quien se mueve en su silla de ruedas desde el banco donde trabaja hasta la estación del metro Cuauhtémoc, comentó que las autoridades han intentado mejorar la accesibilidad universal, sin embargo, algunos espacios siguen representando un reto.
“Si han estado haciendo cosas, ampliando banquetas y poniendo más rampas, pero hay otros tramos de la ciudad donde no se puede pasar por la banqueta”, señaló el joven, quien es asistido por un amigo.
Las acciones de autoridades, universidades y la iniciativa privada de convertirlo en un “distrito” también han traído consecuencias, como por ejemplo una plaga de ratas, la invasión de terrenos por parte de personas en situación de calle y la señalética de la zona vandalizada.
La Purísima conjuga religión y tradición
De acuerdo a la “Guía de barrio La Puri”, realizada por emprendedores del área, existen al menos 95 distintos negocios, desde restaurantes hasta universidades de prestigio como UNICA en el polígono comprendido entre Venustiano Carranza, Aldama, 5 de Mayo y Constitución.
Sin embargo, el sitio se distingue sobre todo por su influencia católica y religiosa, con su emblemática iglesia de Nuestra Señora la Virgen de la Purísima Concepción y la leyenda de la “virgen de la zapatera” que evitó el desbordamiento del río Santa Catarina tras una álgida tormenta.