Monterrey.- En Nuevo León, la falta de cultura vial orilla a las autoridades a colocar topes con el objetivo de aminorar la velocidad de los autos y los accidentes de tránsito.
Pero estas estructuras que debieran ser uniformes, son altas, bajas, anchas y prolongadas, tienen su contraparte, provocando daños a la salud y contaminando el ambiente al obligar a los autos a frenar.
De acuerdo con el Dr. Simón Martínez, subdirector de Estudios de Posgrado de la Facultad de Ingeniería Mecánica Combustible de la Universidad Autónoma de Nuevo León, en el momento en que los autos se detienen y vuelven arrancar producen altas emisiones contaminantes.
El experto comentó que hay desgaste de las balatas de los autos que comúnmente son de asbesto que contiene plomo, y al momento del frenado estas partículas se activan y se esparcen.
“Si hablamos de óxido de nitrógeno un tope nos genera entre 5 a 8 veces un incremento de emisiones, en cuanto a monóxido de carbono podemos estar hablando de lo duplicamos fácilmente, es decir, de 10 a 16 veces y dióxido de carbono podemos estar hasta en un 20 por ciento arriba de la emisión normal que, si fuéramos a velocidad de crucero al pasar un bordo”, explicó.
Lo más grave es que las emisiones de PM10, que quedan suspendidas en el aire, se alojan en el tracto respiratorio. Estas mismas aumentan hasta en un 30 por ciento cada vez que un vehículo de carga pesada o de transporte urbano arranca luego de atravesar un tope.
Al realizar varias pruebas en el laboratorio de la Universidad, se encontró que estas estructuras tienen efectos significativos hasta en un 25 por ciento de incremento en el gasto energético.
De igual forma, señaló que los polvos que llevan los neumáticos se convierten en material contaminante al momento en que los autos pasan este tipo de obstáculos, además de los daños que provocan a las suspensiones