Monterrey. - Los elementos de Protección Civil de Nuevo León enfrentan a diario una variedad de desafíos, desde rescatar animales atrapados hasta atender emergencias graves como incendios masivos.
El 10 de diciembre, se vivió uno de los momentos más dramáticos cuando más de 300 mil litros de diésel ardieron sin control, poniendo a prueba la capacidad de estos rescatistas.
Ese día, el equipo de ABC Noticias acompañó a los elementos de Protección Civil en un recorrido rutinario por la zona sur de Monterrey, sin mayores incidentes. Sin embargo, a las 7:30 horas, un llamado urgente cambió el rumbo del día: un incendio en una casa habitación.
La unidad, en la que se escuchaban risas y música norteña, cambió su música por las sirenas de emergencias, y rápidamente se dirigió al lugar.
El comandante Enrique Robles y el comandante Ricardo Zapata llegaron al sitio, donde evaluaron la situación y lograron controlar el fuego rápidamente, evitando que se propagara. Posteriormente, entregaron el control del incendio a los Bomberos de Guadalupe.
A las 9:15 horas, cuando los rescatistas regresaban a la base y aprovechaban para descansar, recibieron otro llamado de emergencia, esta vez desde el municipio de Juárez, la clave 95 se hizo presente en las frecuencias de los rescatistas.
Al llegar al lugar, se encontraron con un incendio masivo en una empresa, que además de las llamas, presentaba riesgo de explosiones. La situación era extremadamente peligrosa debido a la cercanía de dos tráileres cargados de diésel, por lo que el comandante de Protección Civil de Nuevo León ordenó evacuar la zona y coordinar esfuerzos con otras corporaciones de auxilio.
Tras más de dos horas de trabajo intenso, el incendio fue controlado, y los rescatistas pudieron relajarse un poco y celebrar con unos tamales de Juárez, sin embargo, la jornada aún no había terminado.
De regreso a la base, y a pocos kilómetros de llegar, un reporte de una víbora de cascabel obligó a los elementos a actuar de inmediato. Afortunadamente, un vecino ya había ayudado a controlar la situación, pero los rescatistas realizaron una inspección para asegurarse de que no hubiera más riesgos en el área.
Al regresar a la base, los elementos de Protección Civil continuaron con su turno, limpiando las unidades y preparando los equipos para posibles nuevas emergencias.
A lo largo de sus 24 horas de servicio, los rescatistas permanecen siempre alertas y dispuestos a arriesgar su integridad física para proteger a la ciudadanía, demostrando una inquebrantable dedicación a su labor, a pesar de las carencias y riesgos constante