Monterrey. – Nuevo León y en general el norte de México podrían sufrir los efectos de un invierno seco y quizá más cálido, producto de una transición meteorológica que traería de vuelta a la fase de La Niña.
La Comisión Nacional del Agua (Conagua) reportó que hay un 71 por ciento de probabilidades de que se presente esta situación, lo que a su vez generaría menor humedad en el ambiente dentro de la franja norte del país.
“Actualmente el fenómeno del #ENOS se encuentra en fase neutra, pero el pronóstico indica que para el trimestre octubre-diciembre de 2025, podría darse una transición a la fase de La Niña, con una probabilidad máxima del 71 %; lo anterior podría generar condiciones menos húmedas al norte de #México, durante el invierno”, compartió en su cuenta de X.
El fenómeno ENOS quiere decir “El Niño-Oscilación del Sur”, y es un patrón climático natural y periódico del Pacífico tropical que consiste en la oscilación de la temperatura de la superficie del mar y los vientos, provocando El Niño, que es una fase cálida.
¿Qué sucede durante el fenómeno de La Niña?
La Niña se caracteriza por el enfriamiento anormal de las aguas superficiales del Océano Pacífico Ecuatorial, en sus regiones central y oriental.
Este enfriamiento está directamente relacionado con el fortalecimiento de los vientos alisios, que son vientos que soplan de este a oeste a lo largo del ecuador.
Los vientos más fuertes empujan las aguas cálidas de la superficie hacia el oeste (hacia Asia y Oceanía), permitiendo que aguas más frías y ricas en nutrientes, provenientes de las profundidades del océano, asciendan en el este del Pacífico (frente a las costas de América del Sur y Central).
¿Qué consecuencias podría haber?
De manera concreta, habría condiciones menos húmedas en los estados del norte del país, es decir, se esperan condiciones de sequía o de humedad por debajo del promedio en estados como Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, ello durante la temporada de invierno.
Como riesgo asociado, vale hacer mención que un menor porcentaje de probabilidad de precipitación invernal podría agravar o generar condiciones de sequía en esas regiones, afectando los niveles de presas y el suministro de agua para la agricultura y el consumo humano.
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