Monterrey.- Jorge Humberto Santos Reyna, presidente del Consejo de Administración de Arca Continental, encabezará la Caintra Nuevo León a partir del 19 de marzo, reemplazando a Máximo Vedoya, CEO de Ternium.
Además de presidir el Consejo de la empresa embotelladora de Coca-Cola, Santos Reyna es director general de Grupo SanBarr, miembro del Consejo de Administración de Regional S.A.B. de C.V. (Banregio Grupo Financiero), y presidente del Consejo de Administración de Regio Engordas.
El próximo presidente de la Cámara industrial nuevoleonesa es contador público por parte de la Universidad de Monterrey, además de miembro del Consejo Mexicano de Negocios y del Consejo de Comercio Internacional del Consejo Coordinador Empresarial.
Santos Reyna también ha presidido el Consejo Estatal Agropecuario, la Unión Social de Empresarios de México en Monterrey y la Asociación de Engordadores de Ganado Bovino del Noreste.
Por su parte, el presidente saliente de la Caintra, Máximo Vedoya, fue señalado en múltiples ocasiones durante su gestión por las emisiones contaminantes de su empresa, Ternium, que tiene tres plantas en la zona metropolitana.
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El pasado 19 de febrero, un análisis de ABC Noticias reveló que la planta de Ternium en Pesquería tiene permiso de la Semarnat de tratar anualmente 2 millones 23 mil 560 toneladas de residuos peligrosos, cantidad equivalente a todo lo que genera al año el estado de California, en los Estados Unidos.
Por si fuera poco, una investigación del toxicólogo Martín Soto, en colaboración con el periódico The Guardian, colocó a Ternium en el “Top 10” estatal de tres metales pesados altamente tóxicos: plomo, cromo y cadmio.
La siderúrgica argentina también duplicó en 2022 sus emisiones anuales de metano, un gas de efecto invernadero que –al favorecer la formación de ozono en el suelo– provoca asma, entre otras disfunciones pulmonares, y hasta muertes prematuras.
Cuestionado sobre sus emisiones de gases de efecto invernadero, durante una rueda de prensa de la Caintra, el pasado 12 de noviembre, Vedoya minimizó el impacto global de las mismas, y admitió que sustituir el gas natural por hidrógeno podría llevar a la siderúrgica 20 o 30 años.