Día de las Madres entre flores y nostalgia en el Panteón Dolores

Los asistentes al panteón se congregaron para visitar a sus madres en esta fecha especial.

Día de las Madres entre flores y nostalgia en el Panteón Dolores.
Día de las Madres entre flores y nostalgia en el Panteón Dolores.Créditos: Adrián Esparza
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Monterrey.- Cada 10 de mayo, mientras en todo el país se celebran a las madres entre flores, música y restaurantes llenos, hay quienes viven esta fecha desde el recuerdo, la nostalgia y el homenaje silencioso.

Así ocurre año con año en el Panteón Dolores, en el centro de Monterrey, donde las calles se llenan de tránsito y rostros solemnes.

Desde las 10 de la mañana, el cruce de Nicolás Bravo y Aramberri comenzó a registrar un notable aumento de peatones y vehículos. Aunque el movimiento era constante, el ambiente distaba de la alegría habitual: los rostros de muchas familias reflejaban más bien una tristeza compartida.

Panteón Dolores. Créditos: Adrián Esparza

A pie de calle, más de 15 locales de venta de flores se mantenían activos, donde vendedores y arreglistas daban los últimos toques a ramos coloridos que, lejos de adornar una sala o una mesa familiar, las flores irían a descansar sobre las tumbas.

Entre los visitantes se encontraba la familia González Téllez, originaria de Escobedo, quienes desde hace varios años mantienen viva la tradición de visitar a su madre en esta fecha, Jesús González, uno de los hijos, compartió con este medio un recuerdo entrañable:

“En vida siempre nos reuníamos todos los sábados y comíamos, desde una carnita, un caldito, o lo que mamá preparara en su cocina. Y sí, claro que se extraña su sazón, pero más su compañía. Por eso, desde que se nos adelantó, venimos año con año a traerle flores”.

Gente visitando el Panteón Dolores. Créditos: Adrián Esparza

Más tarde, alrededor de las 11:30, la pequeña capilla ubicada en el centro del panteón se llenó por completo. Una misa especial fue ofrecida por el descanso de las madres fallecidas, y se pudo ver a más de 40 personas que se congregaron entre oraciones, lágrimas y recuerdos.

En ese mismo sitio conocimos a las hermanas Aurora y Ana Silva, quienes no solo visitaban a su madre, sino también a su hermana Paty. Con voz entrecortada, Ana relató:

“Mi hermana siempre tuvo la costumbre de venir al panteón a limpiar o a platicar con mamá. Nosotras comenzamos a hacer lo mismo cuando se nos adelantó Paty, pero bueno... ahora han de estar platicando todos los días. Me traje a mis sobrinos, ya están grandes, pero para que visiten a su madre y abuela”.

Tras la ceremonia religiosa, un breve momento musical rindió homenaje a las madres ahí presentes en memoria. Poco a poco, los asistentes comenzaron a desalojar el lugar.

En el acceso principal, cadetes de la Policía Municipal resguardaban el orden, mientras vendedores ambulantes ofrecían helados, churros y otras golosinas que evocaban otros tiempos, quizás más felices.

Ya pasadas las 12:30 del mediodía y bajo un sol que marcaba 28 grados, encontramos a Don Rubén, un hombre de 82 años, cuya voz pausada y mirada firme narraban una historia profunda.

Aunque prefirió no revelar su nombre completo, compartió que desde 2009, cuando perdió a su esposa, comenzó a visitar este panteón cada 10 de mayo, acompañado por sus cuatro hijos.

“Al principio lo hacíamos por obligación, me los traía de a hue… pero con el tiempo se volvió una tradición, y aquí estamos cada año, casi todo el día, porque, aunque ya no está con nosotros, sigue siendo parte de la familia”.

En este rincón del centro de Monterrey, el Día de las Madres se celebra diferente.

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