Ciudad de México. – La potencia con la cual el huracán Otis tocó tierra en Acapulco, Guerrero, lo hizo ganarse la etiqueta del huracán más fuerte en la historia del Pacífico Oriental en la era satelital.
Así lo determinó la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés).
El reporte del organismo estadounidense reconoce que la manera en como el ciclón aumentó de categorías dejó sin posibilidades a los habitantes de la región, que padecieron todo tipo de desgracias a causa de este desastre natural.
“Debido a que la tormenta se intensificó tan rápidamente, con velocidades del viento que aumentaron a 115 mph en 24 horas, los más de un millón de personas que viven en la ciudad y sus alrededores tuvieron muy poco tiempo para prepararse para la monstruosa tormenta antes de tocar tierra", explica.
El grado de intensidad de Otis solo es superado por el huracán Patricia, que en el año 2015 aumentó 120 millas por hora en un lapso de 24 horas, según NOAA.
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La importancia de los satélites para NOAA
La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica cuenta con satélites que monitorean el clima y, por supuesto, la actividad ciclónica que se registre durante las 24 horas del día.
Éste mecanismo brinda información que sirve para pronosticas huracanes y monitorear la ubicación, el movimiento y la intensidad de las tormentas.
De acuerdo con NOAA, gracias a estas imágenes captadas cada 30 segundos, los satélites ayudan a los pronosticadores del clima de tal forma que comprenden de manera más sencilla el movimiento y las características de las nubes, brindando mayor confianza al momento de estimar cuál es el centro de la tormenta.
Existen dos satélites geoestacionarios: GOES-16 (GOES Este) y GOES-18 (GOES Oeste), cada uno de ellos con una visión detallada de las propiedades de un huracán, así como el enfriamiento del clima de las nubes, la presión central y las características del ojo de un huracán, por mencionar algunas ventajas.