Monterrey.- Carlos Aguiar Retes, arzobispo primado de México, y Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, serán dos de los 135 cardenales que participarán en el Cónclave del Vaticano para elegir al nuevo pontífice, y en teoría, también son “papables”, es decir, candidatos a suceder al Papa Francisco en la posición más alta de la Iglesia Católica.
Actualmente existe la posibilidad de que cualquiera de los dos se convierta en el primer Papa de origen mexicano, al menos de manera oficial.
Y es que vale recordar que hace exactamente 100 años ya hubo un “Papa” mexicano, quien se autoproclamó en ese cargo, pero fuera de la estructura católica.
Se trata de José Joaquín Pérez Budar, quien ciertamente no adoptó el título de Papa, pero sí el de Patriarca Primado (que es equivalente) de la Iglesia Católica Apostólica Mexicana (ICAM), creada a inicios de 1925 en la Ciudad de México.
Este intento de cisma tuvo lugar durante la llamada Guerra Cristera, en la que la Iglesia Católica estaba enfrentada con el gobierno del presidente Plutarco Elías Calles, quien estaba implementando la Ley Calles (Ley de Tolerancia de Cultos), que pretendía controlar y limitar el culto católico en México.
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En ese contexto, Pérez Budar y un pequeño grupo de sacerdotes y laicos —entre ellos Manuel Luis Monge, Antonio Benigno López Sierra y Ángel Jiménez Juárez— irrumpieron en el templo de La Soledad (hoy Archivo General de Notarías de la Ciudad de México) y tomaron por la fuerza el edificio para convertirlo en la sede de su nueva iglesia el 21 de febrero de 1925.
Ese mismo día, a través de un manifiesto, declararon la independencia de la nueva Iglesia respecto a Roma. Pérez Budar adoptó el título de patriarca primado, equivalente a Papa dentro de su estructura, aunque nunca utilizó formalmente la palabra “Papa”.
- Principales reformas que planteaba la ICAM
- Abolición del celibato
- Liturgia en español
- Libre interpretación de la Biblia
- Gratuidad de los sacramentos
- Obligaciones laborales de los sacerdotes
La organización mexicana mantuvo la veneración a la Virgen María y a los Santos, lo que la diferenciaba de los Protestantes, aunque compartía con ellos el rechazo a la autoridad del Papa.
¿Quién era el primer “Papa” mexicano?
José Joaquín Pérez Budar nació en 1851 en Oaxaca, y tuvo una vida marcada por la agitación política y social desde joven. Participó como soldado en el movimiento del Plan de Tuxtepec junto a Porfirio Díaz, y quedó viudo poco después de casarse. Luego de eso decidió ingresar al seminario.
Desde sus primeros años como sacerdote sostuvo una postura crítica frente al alto clero y sus privilegios, lo que lo acercó tanto a sectores Protestantes como a la Masonería, según el historiador Mario Ramírez Rancaño.
Inspirado por las ideas reformistas de figuras como Martín Lutero, Juan Calvino y el obispo mexicano Eduardo Sánchez Camacho, quien antes de morir le habría pedido que impulsara una iglesia nacional, Pérez Budar tomó la causa como una misión personal.
“Creí llegado el momento y que Dios me llamaba a establecer su amada Iglesia”, dijo el propio José Joaquín Pérez Budar.
Con la llegada de Plutarco Elías Calles a la presidencia en 1924, y bajo el clima de confrontación que desató la Ley Calles y desembocó en la Guerra Cristera, el escenario político parecía propicio para el surgimiento de una Iglesia cismática, alejada de la autoridad del Papa y ajustada a los intereses del Estado laico mexicano.
Nadie es profeta en su tierra
Como era de esperarse, la autoproclamación del nuevo patriarca no fue bien recibida por la jerarquía católica ni por la mayoría de los fieles.
El arzobispo de México, José Mora y del Río, condenó el movimiento y calificó a Pérez Budar de hereje y cismático. Roma reaccionó declarando la excomunión para él y sus seguidores.
Al día siguiente de la toma del templo de La Soledad, cuando el nuevo Patriarca intentaba celebrar la primera misa de la nueva Iglesia, la resistencia popular fue inmediata: una mujer abofeteó al sacerdote que iba a oficiar la misa, lo mordió y otros manifestantes lo golpearon con un cirio, hasta que tuvo que ser rescatado por la policía, disfrazado de civil para evitar el linchamiento.
Estos episodios violentos se repitieron en otros templos donde la ICAM intentó establecerse, como en los estados de Aguascalientes, Puebla, Veracruz y Tabasco.
Conforme avanzó el conflicto cristero y se acercaron los acuerdos de paz entre el Gobierno mexicano y el Vaticano, la ICAM perdió fuerza. El templo de La Soledad le fue retirado y, como compensación, Pérez Budar recibió el Templo de Corpus Christi, frente al Hemiciclo a Juárez.
En 1930, acosado por la falta de apoyo y el desgaste del movimiento, Pérez Budar trasladó la sede de su iglesia a San Antonio, Texas, donde intentó consolidar una pequeña comunidad de fieles entre los migrantes mexicanos, pero su proyecto no prosperó.
Muerte de Pérez Budar y disolución de la ICAM
Enfermo y debilitado, Pérez Budar fue hospitalizado en la Cruz Roja en 1931. En sus últimos días, según reportaron sacerdotes jesuitas y el propio arzobispo Pascual Díaz, se habría retractado de su ruptura con Roma y pidió recibir los últimos sacramentos de la Iglesia Católica Romana. Falleció el 9 de octubre de 1931.
Con su muerte, la ICAM entró en una rápida descomposición. Aunque por un tiempo algunos de sus seguidores intentaron mantener viva la organización, nunca recuperó la relevancia que tuvo en los primeros años.
Según el recuento de Ramírez Rancaño, la ICAM llegó a tener presencia en alrededor de 70 templos, principalmente en estados como Puebla, Veracruz, Oaxaca y Tabasco.
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