Julio Cepeda, una historia de trabajo y pasión

Don Julio Cepeda, alguna vez ciclista olímpico de México, construyó uno de los negocios jugueteros más exitosos del país a partir de su gusto por el deporte de dos ruedas

Don Julio Cepeda
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Un accidente ocurrido a la mitad del siglo XX detonó lo que hoy es uno de los negocios más emblemáticos de Nuevo León y México: la cadena Julio Cepeda Jugueterías.

Su fundador y homónimo, quien el mes pasado cumplió 90 años, recuerda el hecho: ocurrió cuando él trabajaba en una fábrica de muebles, donde sufrió una dolorosa herida en los dedos, hecho que le impidió seguir practicando beisbol, que era entonces su deporte favorito. 

Aquella limitante obligó al joven Cepeda a buscar otra pasión, y la encontraría en el ciclismo, donde llegó incluso a ser enviado para representar a México en las olimpiadas de 1952, en Helsinki, Finlandia.   

“Del ciclismo nació este negocio”, se jacta don Julio Cepeda en entrevista. Y es que fue ese gusto por las dos ruedas el que hizo al hoy empresario dedicarse a la compra venta de bicicletas, semilla de lo que hoy es una cadena juguetera con 65 sucursales en México y presencia en 22 estados.

“El Paraíso del Juguete”, dicen sus jingles, pero Cepeda se autodefine simplemente como “el socio principal de Santa Claus”, lo que se confirma en cada temporada alta de compra, como la acontecida en noviembre y diciembre pasados.

Todo comenzó con un taller 

De orígenes humildes, Cepeda tuvo que trabajar desde niño. Boleó zapatos a los seis años, vendió y entregó periódicos y sólo pudo estudiar la primaria. 

Sin embargo, tuvo un interés precoz por los negocios, mundo al que se adentró estudiando contabilidad de manera autodidacta, digiriendo varios libros antes de dormir y después de haber cumplido con sus arduas jornadas laborales.

El aprendizaje y su visión empresarial, le abrieron posibilidades de empujar un negocio aprovechando la fama que pudo amasar como deportista olímpico.

Y es que, además de Helsinki, Cepeda se hizo un nombre como atleta al participar en un campeonato de Luxemburgo y en los Centroamericanos de México en 1954.

“El nombre lo utilicé porque ya era conocido, participé en muchas carreras, en la vuelta de México, corrí seis vueltas al centro de la República. Y dije: ‘pues lo voy a poner”, refiere.

Así fue como en noviembre de 1954 comenzó a tomar forma la empresa que hoy lleva su nombre.

El negocio, dice, comenzó con un taller de bicicletas, que posteriormente evolucionó a refaccionaria, y de ahí incorporó ventas de bicicletas y triciclos, hasta que gradualmente llegaron también los juguetes.

“Le había puesto primero otro nombre y nadie lo conocía; después le puse Julio Cepeda y, más tarde, le agregué ‘jugueterías’, pues había iniciado simplemente como  Julio Cepedas Bicicletas”, recuerda el empresario desde su oficina de Av. Gonzalitos, en Monterrey, a la que prevé seguir asistiendo como hasta ahora.

No son cosa de juego
Los problemas y las crisis no han faltado en un negocio que está próximo a cumplir las siete décadas de vida. 

Los juguetes representan felicidad para los niños, pero construir un negocio alrededor de ellos no es, “cosa de juego”. 

Igual que otros, el negocio de Cepeda ha sufrido sus altibajos. “Ha habido problemas en los negocios, la devaluación del 94’ fue muy difícil, pero salimos adelante, seguimos batallando”, expresa Cepeda al recordar que el más reciente embate del COVID-19, que sacudió por más de dos años la economía local y nacional.

El empresario estima que las afectaciones a su negocio de la falta de clientes por los problemas del confinamiento, disminución de actividades colectivas y descalabro en los bolsillos  fue por alrededor de $200 millones de pesos.

“Vamos tratando de recuperar las afectaciones de la pandemia, todavía no alcanzamos”, expresa.

“Gracias a Dios, nosotros no tuvimos necesidad de despedir empleados, les cumplimos, les pagamos sus salarios completos, aunque sí tuvimos que hacer algunos ajustes”, explica el empresario.

Un negocio en evolución
Si bien los gustos de los pequeños han cambiado con la tecnología, según Cepeda “los juguetes no van a pasar de moda; siguen siendo necesarios.

“Están cambiando un poco con la cuestión de los celulares, pero el juguete sigue siendo un artículo muy necesario para el aprendizaje de los niños”, expresa.

El negocio vive una amplia y variada competencia, aún más si se trata de las tiendas de conveniencia, que cada vez incluyen más variedad de artículos.

“La competencia ha venido desde hace muchos años ya; en el 94 llegaron los autoservicios y son competidores muy fuertes. Venden cebolla, tomate, chile y también juguetes”, comenta.

Sin embargo, a Cepeda le brinda satisfacción ver que hoy los nuevos papás están ligados a su empresa, pues la conocen desde su niñez.

“Los papás que nos visitan fueron niños que ya anduvieron aquí, ya nos visitaron antes, que los traían de niños aquí y ahora ellos traen a sus niños. Ya son generaciones”, comenta.

Es por ello que Cepeda agradece a los regios por el éxito de su negocio. “Es a los primeros a quienes tengo que agradecer por la confianza que han tenido con nosotros en estos 68 años, de darnos preferencia y visitarnos. Estoy sumamente agradecido con la comunidad regiomontana”, confieza don Julio Cepeda.

¿Cómo nació el jingle de Julio Cepeda Jugueterías?

‘El trabajo no ha matado  a nadie; seguiré haciéndolo’

El pasado 20 de diciembre, el mismo día que el fundador y director de Julio Cepeda Jugueterías cumplió nueve décadas de vida, la cadena extendió su presencia al sur del país con la apertura de una sucursal en Veracruz.

La tienda se ubica en el exclusivo centro comercial El Dorado, dentro del municipio de Boca del Río, en la zona conurbada del puerto jarocho.

Según Julio Cepeda, esta apertura estuvo encabezada por uno de sus hijos.

El empresario, quien fundó su empresa hace 68 años, ha delegado progresivamente la responsabilidad de las operaciones a sus descendientes.

“Empezamos a crecer por mis hijos que ya vinieron a ayudarme”, dice Cepeda sobre sus herederos de 61, 54 y 52 años de edad.

Aunque ellos ya tienen control de las operaciones de la empresa, Don Julio todavía no piensa en retirarse. Y es que, confiesa, “el trabajo no ha matado a nadie”.

Para ellos, la mayor herencia que les ha dado, dice, es el trabajo.

“La mayor herencia es mucho trabajo, porque yo creo que eso es lo que nos hace sobrevivir, que trabajen mucho y que le pongan más empeño que el que yo le puse”, afirma Cepeda en entrevista desde sus oficinas en Av. Gonzalitos, en la ciudad de Monterrey.