La desgracia de Famsa se aprecia desde dos vías diferentes, la primera y más simple, al avanzar por las calles de Monterrey y ocasionalmente ver, vacíos o semivacíos, los espacios que un día albergaron a la popular empresa regiomontana con la que múltiples familias pudieron equipar sus hogares.
La otra, se percibe en el desplome de sus acciones en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), donde la empresa está obligada a notificar al público sus actividades.
La empresa fundada hacia el final de los 70 por Humberto Garza González es hoy la sombra de lo que alguna vez fue.
Hacia el cierre del mes pasado, su acción principal se situaba en sólo 11 centavos por unidad, es decir, solo un 0.42% de los %26 pesos con que debutó en mayo del 2006.
El modelo de negocio de Famsa era brindar créditos a hogares, financiar muebles y blancos. Y aunque fueron sumando nuevas empresas y cambiando de razón social para entrar a más mercados, su gran apuesta al Banco Ahorro Famsa y los riesgos que éste les implicó, la llevaron la quiebra.
El economista Jorge Moreno atribuye el ocaso de la empresa a que ésta mezcló el crédito comercial y el crédito bancario, afectando con ello su negocio original, donde ya había logrado destacar.
“Famsa funcionaba con normalidad en su negocio de crédito al consumidor, pero abren este nuevo brazo del modelo de negocio, Banco Famsa, con todos los requisitos que un banco comercial requiere”, explica el especialista consultado.
“Tenían obligaciones, como dar reportes a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), y durante algún tiempo crecieron de manera increíble, capturando nuevos clientes, generando nuevos créditos, incluso en Norteamérica, en Estados Unidos”, agrega.
Sin embargo, dice, hubo un momento en que “para mantener el nivel de crecimiento, decidieron transferir toda la cartera de clientes a Banco Famsa, para ser atractivos a inversionistas y financiarse a través del capital privado”.
No obstante, “de la mano con el crecimiento de Banco Famsa, también fue creciendo su cartera vencida”, explica Moreno, lo que provocó que en junio de 2020, la Junta de Gobierno de la CNBV notificó a Banco Ahorro Famsa la revocación de su licencia bancaria.
La medida aludía a una gestión de riesgos inapropiada, operaciones y créditos otorgados a personas relacionadas del grupo por encima de los límites regulatorios, registros indebidos en dichas operaciones, e incumplimiento recurrente de diversas disposiciones normativas.
En ese momento la CNBV se da a la tarea de proteger a 580,774 ahorradores del banco con saldo en sus cuentas.
De esta forma la empresa fue cayendo poco a poco y, según información emitida el pasado 10 de enero, durante los meses de octubre, noviembre, y diciembre, cerró 99 tiendas, “para concluir diciembre con 69 sucursales”.
No obstante reconocía el “riesgo de que el número de tiendas a ser cerradas continúe incrementándose”.
La crisis parecen marcar el fin de una empresa de larga trayectoria en el noreste, que de acuerdo al economista e investigador tendría su tabla de salvación de salvación con “una inyección de capital” a través de algún socio que esté “dispuesto a salvar la marca, tratando de recuperar el mínimo de operaciones y comenzando de nuevo el modelo de negocio original, pero sin ingresar al mercado de crédito”.