Pedro Louceiro, rejoneador afincado en Monterrey, asegura que los caballos son “seres mágicos que todo el tiempo están tratando de enseñarnos cosas, por lo que si somos capaces de aprender a escucharlos, seremos capaces de conocernos y luego poder desarrollarnos en el campo de la equitación”.
Louceiro no sólo es integrante de una dinastía ecuestre de seis generaciones que ha marcado historia en esta disciplina, sino que dirige la academia del mismo nombre ubicada en el Centro Ecuestre el Rincón, al sur de Monterrey.
Desde ahí platicó sobre algunos de los beneficios que genera esta actividad, tanto en menores de edad como en adultos.
Éstos, asegura, son emocionales, espirituales y también físicos.
La equitación es un deporte, pero también algunos la consideran un arte en donde las personas prueban no sólo su destreza al montar un caballo, sino se dan la oportunidad de conocer estos animales y hasta interiorizar con ellos.
“Lo primero que te enseña un caballo es su humildad, paciencia, perseverancia, respeto, y a controlar tu energía interna, porque los caballos responden más a tu energía, que a tu fuerza”, apunta.
Los equinos, añade, son también animales que ayudan a desarrollar la confianza y seguridad, aunque afirma, “ninguno llega por casualidad; cuando un caballo llega a ti en un momento específico, en tiempo y espacio, es para darte una lección de vida”.
En la práctica de equitación, afirma el matador de toros a caballo, el animal se convierte en un reflejo de la persona que lo está montando y es por eso que, en algunos casos, esta práctica lleva a los jinetes a un estado de introspección.
En materia física, además de ayudar a mantener el equilibrio, a la equitación se le relaciona también con temas de salud cardiovascular, pues con su práctica fortalece las extremidades, mejora el sistema nervioso central y la regulación de la presión arterial. Incluso, la convivencia con estos animales está recomendada como una terapia psicológica.
Lo ideal, de acuerdo con Louceiro, es tener al menos dos sesiones por semana para experimentar un bienestar a través de la equitación, aunque reconoce que a veces las personas enfrentan complicaciones de tiempo y eso los lleva a optar por la práctica de fin de semana, o bien hacerlo antes de ir a la oficina o al término de un día de trabajo.
“Hay quien viene antes de ir a la oficina, porque se recargan de una energía increíble o lo hacen después del trabajo para no llevarse problemas a casa. Los caballos tienen el poder de absorber y corregir las energías”, expresa.
El mundo de la equitación es amplio y aunque hay a quienes les gusta experimentarlo de forma orgánica y placentera asistiendo a la academia, hay otros que llegan buscando hacer de esta actividad su forma de vida, es decir, pretendiendo prepararse para convertirse en competidores profesionales.
Este último interés, comenta el rejoneador, requiere un mayor compromiso, pues implica más dedicación e incluso recursos económicos.
Así, las disciplinas a las que se puede acceder, son variadas. Sin embargo el rejoneador asegura que la base es la equitación clásica.
A partir de ahí, señala, “podemos tener un piso sólido para las disciplinas de adiestramiento, para la de salto, para la disciplina de equitación de trabajo, para la de rejoneo; hay un montón de disciplinas, pero la base de todas ellas es la equitación clásica”.
“Si aprendes equitación clásica, vas a tener mucha más seguridad y muchas más herramientas para poder hacerlo bien y disfrutar más de tus caballos”, agrega.
En el mundo de la equitación, lo ideal -aunque no es la norma- es tener tu propio caballo, para lo cual existen también opciones de resguardo, es decir, pensiones, donde el dueño financia la estancia y el cuidado de su caballo, una inversión que debe tenerse en cuenta al momento de hacerse de uno de ellos.
En algunos casos, los espacios de pensión en clubes o escuelas sólo aceptan a equinos de sus afiliados y se deben considerar especificaciones como entrenamiento del animal, traslados y otras más.