A partir de este mes, Nissan inicia una nueva era a nivel mundial y lo hace “muy a la mexicana”.
El “volante” de la armadora a nivel global es operado desde el 1 de abril por Iván Espinosa, un ejecutivo mexicano de 46 años con al menos 20 años de trayectoria en la empresa nipona.
Sin embargo, Espinosa no la tendrá fácil. El ejecutivo toma el mando, en momentos difíciles, pues en los últimos años la japonesa, sexta armadora global, ha enfrentado desafíos financieros y estratégicos que han impactado su posición en el mercado.
“El mayor reto”, dice el experto del sector automotriz Alonso Maldonado, “será la velocidad con la que deberá tomar algunas decisiones”.
El mismo día que Yasushi Kimura, presidente de Nissan Motor Co, presentó a Espinosa como nuevo CEO (11 de marzo), aclaró que sería un comienzo “muy desafiante”.
Espinosa deberá sanear las finanzas y levantar las ventas de la compañía que el año pasado fabricó 3.1 millones de autos a nivel global.
Al mismo tiempo deberá conseguir un nuevo socio que garantice su estabilidad tras el fracaso en la multicitada fusión que Nissan intentó con el otro gigante automotriz japonés Honda, o incluso retomar las negociaciones con esa empresa.
Sin embargo, los retos de Espinosa no están sólo en la parte ejecutiva. “Su gusto por los autos y la industria automotriz podría imprimirle un nuevo sello a la empresa y hasta mostrar esa sensación de lo que es para el cliente estar al volante, y así aportar una visión renovada en Nissan”, prevé Maldonado.
“Como latinoamericano creo que va a saber cómo enfrentar los cambios y cómo solucionarlos de la mejor manera”, opina.
Desde noviembre de 2024, Makoto Uchida, el antecesor de Espinosa, había iniciado una reestructura de emergencia para reducir los costos.
El plan implicaba recortar $400,000 millones de yenes (unos US$2,700 millones de dólares) en costos anuales para recuperar la rentabilidad, así como la difícil tarea de despedir a 9,000 empleados, e incluso disminuir su capacidad de producción en un 20 por ciento.
Sin embargo, ni los expertos, ni las calificadoras parecían tener buenas expectativas con este plan.
En febrero, Fitch Ratings y Moody’s, alegando bajas utilidades y perspectivas de recuperación incierta, rebajaron la calificación de la armadora, mientras que S&P Global Ratings decidió mantenerla en grado especulativo desde marzo de 2023.
“La rebaja refleja la persistente baja rentabilidad de Nissan, con una trayectoria de recuperación retrasada en comparación con nuestras expectativas. Prevemos que la rentabilidad se mantendrá presionada al menos uno o dos años”, advertía Fitch.
Al cierre de esta edición, Nissan pronosticaba una pérdida neta de $80,000 millones de yenes, unos US$519 millones de dólares, para el año fiscal que terminaba el 31 de marzo.
La fabricante y sus empresas, según datos de Bloomberg, tienen deudas con vencimiento por US$1,600 millones de dólares, las cuales aumentarían a US$5,600 millones de dólares en 2026. Sin embargo, mantiene una buena liquidez con más de US$8,300 millones de dólares en efectivo neto en su negocio automotriz, a septiembre de 2024.
Uchida dijo el 11 de marzo pasado, cuando se anunciaba a su nuevo sucesor, que lamentaba “profundamente” haber tenido que entregar la estafeta en estas circunstancias.
Ghosn, un ceo con turbio final
Los desafíos financieros que enfrenta Nissan no son nuevos. De acuerdo con analistas, éstos se habrían empezado a gestar desde 2018 tras el escándalo de Carlos Ghosn, quien había sido el CEO de Nissan desde el 2001 y el artífice de la alianza con Renault y Mitsubishi.
El episodio fue uno de los mayores escándalos en la industria automotriz. Aquel 2018, a Ghosn se le acusó de declarar ingresos menores, uso indebido de fondos, desvío de recursos y pagos sospechosos a un distribuidor.
Poco después Uchida fue designado director ejecutivo y Ghosn acabó en arresto domiciliario por órdenes de la autoridad judicial japonesa.
Pero en el mismo 2019, Ghosn huyó al Líbano en una maniobra de película, escondiéndose en una caja de equipo musical.
Pese a que Japón pidió su extradición, ésta no se pudo llevar a cabo pues El Líbano no tiene tratado con Japón.
Las consecuencias para Nissan fueron una crisis de liderazgo, pérdida de confianza por parte de inversionistas y consumidores y, a partir de 2019, la situación se agravó con la pandemia de COVID-19, que la obligaron a cerrar algunas fábricas en España e Indonesia.
En los últimos años, la situación financiera de la armadora también se ha visto afectada por una reducción en la demanda de unidades eléctricas, principalmente en mercados como China, donde sus ventas disminuyeron 5.4% en el primer semestre fiscal de 2024, pues los consumidores han optado por marcas locales, y porque el mercado de eléctricos no ha crecido como se esperaba.
BYD, armadora china, especializada en autos eléctricos que registra un crecimiento meteórico, ha puesto a temblar a Nissan e incluso a Tesla.
Datos de Car Industry Analysis revelan que la china logró vender el año pasado 1.76 millones de autos eléctricos, muy cerca de los 1.79 millones que vendió la estadounidense Tesla. La diferencia entre una y otra fue de apenas 30,000 unidades. Nissan, por su parte, vendió 1.5 millones de este tipo de unidades.
Una posición desafiante y envidiable
Al anunciar en marzo que Espinosa sería el nuevo CEO de Nissan, el presidente de la firma, Yasushi Kimura, admitió que el consejo es responsable de la situación financiera de la armadora.
“Nuestra prioridad es superar esta situación con un nuevo equipo directivo”, declaró en aquel momento.
Analistas de Tokai Tokyo Intelligence Laboratory advierten que los consejeros comparten la responsabilidad de lo que ocurre en Nissan, entre otras cosas la tardanza en reemplazar a Uchida, lo que puede impactar la estabilidad interna y la competitividad global de la empresa nipona.
Iván Espinosa, dijo Kimura, “tendrá un comienzo muy desafiante, dados los retos a los que se enfrenta el sector y los resultados de Nissan. Sin embargo, es necesario cambiar al equipo directivo”.
Pero agregó que tenía confianza en que el mexicano es “la persona adecuada para liderar la empresa en estos momentos y lograr la recuperación con pasión y rapidez”.
Con más de dos décadas de trayectoria en Nissan, Espinosa será apenas el tercer CEO no japonés de la empresa a nivel mundial, pues además del brasileño-libanés-francés Ghosn, la firma tuvo como interino al estadounidense Michael Manley.
y por si hacía falta: trump
Además de los retos financieros, competitivos y estratégicos de Nissan, Espinosa debe subirse a hombros los relativos a los aranceles de Donald Trump, que impactarían de forma especial al sector automotriz.
El 13 de febrero, cuando el entonces CEO de Nissan, Makoto Uchida, anunciaba que la fusión con Honda llegaba a su fin, también informaba que la empresa evaluaría la posibilidad de trasladar su producción fuera de México ante las presiones arancelarias de Trump.
Sin embargo, el corporativo dijo que hasta ese momento no existía información ni planes de hacer lo propio.
Norteamérica es una región fundamental para Nissan. Sólo en 2023, Estados Unidos representó el 28% de sus ventas globales, y sus fábricas de Aguacalientes y Cuernavaca, en México, producen autos altamente exitosos como el Versa, el Sentra y el Kicks, que se venden en toda la región.
Espinosa considera que Nissan “tiene mucho potencial, mayor del que estamos viendo hoy”.
Para Maldonado, es un orgullo que un mexicano llegue a la posición más alta de una armadora como Nissan, y para la industria a nivel global es un sello latinoamericano que le imprimirá una visión renovada a la empresa.