Aunque muchas personas relacionan la Navidad con luces, regalos y reuniones con amigos y familiares, para otras esta fecha suele tener un efecto de tristeza y negatividad.
Domingo Gatica, psicoterapeuta y tallerista, asegura que la tristeza surge de la carga emocional que ciertas palabras evocan. “‘Fin de año’, ‘término’, ‘nacimiento de Jesús’, ‘Navidad’, son palabras que nos mandan a la parte más baja de nuestro cerebro sin que nos demos cuenta y hacen que nos preguntemos: ‘¿ha valido la pena lo que hice este año?’”, comenta.
Aunque afuera haya fiesta y la gente traiga más dinero, porque es el periodo en el que se pagan los aguinaldos, paradójicamente, dice, “te sientes triste porque la realidad exterior y material te dice que todo está bien, pero estas palabras te interpelan inconscientemente a que te cuestiones: ‘¿qué he hecho con mi vida?, ¿qué hice este año?’”.
A esta carga simbólica se suma otro elemento: los días fríos y nublados, que reducen la exposición al sol y pueden generar deficiencia de vitamina D, un factor conocido en el descenso del estado de ánimo. El tercer componente tiene que ver con los cambios en la convivencia. Aunque diciembre está lleno de reuniones, el frío y los horarios saturados disminuyen los encuentros espontáneos o cotidianos, lo que puede causar sensación de aislamiento.
Llevar ‘la fiesta’ en paz
La vibra navideña es fuerte, pero en algunos casos no alcanza para subsanar faltas de comunicación o desconexiones acumuladas a lo largo del año. Por ello, Gatica recomienda “hacer un ejercicio de humildad y de compasión” para, a partir del autoconocimiento, buscar una interacción más sana.
Cuando el caso lo amerite, dice, es útil recurrir a la técnica de comunicación “transteórica”, que consiste en validar, confrontar y proponer. Esta fórmula ayuda a salir de situaciones tensas sin lastimar al otro, pero también sin exponerse de más, estableciendo límites claros que no deben ser rebasados.
Si se trata de conflictos graves o situaciones de abuso, la decisión de asistir o no a las reuniones debe recaer exclusivamente en la víctima.
Además, Gatica subraya la importancia de no forzar la armonía. La Navidad no es un escenario obligatorio de reconciliación; a veces, sólo se trata de pasar la temporada con calma, sin presiones y sin expectativas irreales. Reconocer que no todo se resuelve con un abrazo o una cena puede aliviar la sensación de estar “fallando” en estas fechas.
Dejar llegar los recuerdos
Para quienes enfrentan un duelo o una pérdida reciente, es común que los recuerdos se hagan presentes. El especialista recomienda permitir que lleguen y no reprimirlos: son parte del proceso natural de adaptación emocional.
Y recuerda algo esencial: si el encuentro familiar no cumple al 100% con las expectativas, lo importante es buscar la compañía de las personas que se aman y con quienes uno se siente realmente querido.
Finalmente, Gatica señala que la clave está en ser amable con uno mismo. La Navidad no obliga a sentir alegría ni a encajar en un molde emocional. Se trata, más bien, de transitar estas fechas con autenticidad, escuchando lo que el cuerpo y la mente necesitan, y eligiendo, dentro de lo posible, la serenidad por encima de la exigencia.
Acuérdate de respirar
Antes del torbellino de compromisos, regálate tres minutos de respiración profunda. Esto le baja el volumen a la mente.
Ponle nombre a lo que sientes
Tristeza, nostalgia, cansancio, enojo. Si lo nombras, deja de perseguirte. Si lo escondes, te alcanza.
Haz tu propio ‘inventario amable’ del año
No lo conviertas en auditoría. Tres cosas que salieron bien, dos que aprendiste, una que quieres intentar. Y ya.
No te compares con el feed de nadie
Ni con cenas perfectas, ni viajes, ni familias sitcom. Cada quien trae su propio libreto.
Dale permiso a los recuerdos de llegar
No los bloquees. A veces vienen a recordarte amor, no a hundirte.
Practica la ‘economía emocional’
No todas las reuniones son obligatorias, no todas las conversaciones necesitan tu presencia completa.
Fuente: Internet
Ante las emociones encontradas
Los especialistas aseguran que, pese a las luces y los festejos, la temporada navideña despierta emociones profundas.
... Atender la parte interna
Entre las celebraciones y reuniones, la Navidad también detona cuestionamientos internos que hay que saber observar y atender.
