En un país donde la igualdad de género y la paridad son norma, parece que los hombres se niegan a aceptar que la probabilidad de que una mujer sea presidenta es la más elevada, salvo por la reciente aparición de Samuel, todo estaba dicho, Claudia o Xóchitl serían las únicas opciones.
Histórico será que México después de 214 años de existencia, sea gobernado por primera vez por una mujer, contrario al resto del mundo occidental en el que el género no ha marcado tal diferencia.
Más allá de sus ideologías y de su forma de ver el futuro de nuestro país, ambas mujeres han demostrado ser suficientemente inteligentes pues lograron en un mundo de hombres la candidatura más importante y sin duda ese solo hecho lleva un mérito.
Claudia ha demostrado sobradamente tener capacidad política, entiende el juego y ha sabido ganarlo. Paso a paso, contra viento y marea logró mantenerse en el ánimo del presidente como la candidata favorita a pesar de competir contra cuatro hombres, a todos los derrotó, sin muchos aspavientos, haciendo lo que se debía para ganar la candidatura, fue cuidadosa de no lastimar su relación con quien sabía tendría la última palabra, demostró lealtad en los momentos más difíciles cuando muchos le sugerían desmarcarse, ella sabía cuál era el juego, el guion y la recompensa a diferencia de los hombres, como Marcelo que otra vez se volvió a equivocar para terminar pidiendo disculpas y aceptar migajas.
Lo mismo sucedió con el “hermano” Adán quien no supo guardar las formas y se desbocó en una campaña llena de derroche que solo tenía como finalidad subir sus números, pero sin pensar en que lo importante no eran los números sino mantener el orden y la disciplina política que tanto gusta al tomador de decisiones, no se diga de Ricardo Monreal que desde el principio entró a la fuerza sin ninguna posibilidad, pues cuando la tuvo, no supo disciplinarse, de los otros contendientes, ni hablar.
Xóchitl, por su parte, se impuso también en un mundo de hombres, circunstancialmente logró ser candidata de la oposición conformada por los partidos tradicionales. Capitalizó su momento y ganó a hombres y mujeres que le llevaban mucha delantera, señal inequívoca de su inteligencia política.
Ambas tienen un gran reto por razón de género, pero ese no es el más importante, aunque algunos insistan en el machismo. El común denominador será lograr la unidad hacia el interior de sus escuadras. Mientras Claudia tiene que navegar entre dos grupos de un mismo partido, Xóchitl tendrá que hacer lo propio en cuatro frentes, panistas, priistas, perredistas y apartidistas. Quien más consolide, ganará.
La diferencia entre ambas es que Claudia deberá mantener el discurso oficial, no tiene de otra, y Xóchitl deberá construir cuatro discursos que animen y convenzan entre sus distintos públicos. La capacidad para desdoblarse se pondrá a prueba, conciliar y nadar entre tiburones será su mayor reto. Cuando ganen, será otra historia.