“Nuevo León tierra de osos”. Cada vez los videos y fotografías de osos interactuando con humanos en la zona urbana de Monterrey y en nuestras montañas son más comunes. El incremento de estos encuentros no se debe necesariamente a un incremento en su población, sino a que hay más osos que por así decirlo se han vuelto adictos a nuestros alimentos.
Cuando los osos consumen alimentos humanos por primera vez, sobre todo los procesados se condenan a ser dependientes de ellos por siempre sí la oportunidad de conseguirlos se mantiene. Imaginémonos lo que registró el cerebro del oso cuando alguien le dio el pingüino en Chipinque o cuando comía el pay de manzana que le llevaba la señora al oso en Mederos tratando de ayudarlo el año pasado.
Estos dos osos asociaron el “super alimento” que recibieron con los humanos. Como consecuencia de esta asociación se ha demostrado que las hembras tienen sus oseznos en las cercanías del área metropolitana de Monterrey y los enseñan a conseguir alimento humano.
Estas interacciones humano-osos son dañinas para los osos y son peligrosas para nosotros. El oso negro tiene la capacidad de infligirnos un gran daño y esto ya ha ocurrido en el pasado reciente aquí en Nuevo León y Coahuila. Una de las formas más comunes en las que iniciamos este círculo vicioso es con el manejo de nuestros residuos.
En esta materia es donde la Secretaría de Medio Ambiente del Gobierno de Nuevo León está tratando de hacer una contribución importante para reducir esta problemática. Se está elaborando una normativa para que los municipios establezcan que no debe de haber comida disponible para los osos por las noches y que además quienes sean grandes generadores tengan un sistema de almacenamiento residuos a prueba de osos.
Qué bueno que podemos presumir con el slogan: “Nuevo León tierra de osos” pero sería mejor presumir al mundo con este otro: “Nuevo León tierra donde se sabe convivir con los osos.”