En un mundo cada vez más complejo, donde la ansiedad y la incertidumbre parecen ser compañeros constantes, es sorprendente que la educación básica oficial no incluya de manera formal y obligatoria temas cruciales como la salud mental y la libertad financiera. Estos dos aspectos son para todo fin PRÁCTICO los fundamentos para el desarrollo integral y percepción exitosa de una persona en la vida por lo que la educación moderna tendría que girar alrededor de estas dos materias además de la lengua y las matemáticas, dejando todas los demás como complementarias.
Y es que antes que ser un mexicano orgulloso de sus raíces, su historia y saber dónde queda Guanajuato primero debo ser un mexicano con la mente enfocada y en paz listo para aprender a hacer y comprar mis propias quesadillas.
Sin duda la salud mental es la base sobre la cual construimos nuestro bienestar porque además la mente controla al cuerpo físico y, por ende, nuestra capacidad para perseguir y alcanzar metas.
Si no sabemos manejar y entender nuestros pensamientos y emociones, corremos el riesgo de perder la salud del cuerpo y también autoboicotearnos en nuestra búsqueda de objetivos. El proceso de autodescubrimiento, que es la esencia de la vida, se convierte en un camino repleto de tropiezos y frustraciones.
La educación debería entonces reconocer la importancia de enseñar a los estudiantes en un proceso de construcción de hábitos la observación de pensamientos y emociones sin emitir juicios, permitiéndoles dejarlas pasar sin reacciones violentas para estar entrenados para la vida diaria.
Esto no sólo fomentaría una mayor inteligencia emocional, sino que también proporcionaría herramientas para enfrentar los desafíos con serenidad y claridad.
Por otro lado, la libertad financiera es otro concepto crítico que no se aborda en la educación básica.
Todos los seres humanos deben generar ingresos para cubrir sus necesidades fundamentales: alimento, vivienda, realizar proyectos y entretenimiento.
Sin embargo, el sistema educativo deja a los estudiantes a ciegas en cuanto a estos principios hasta que se convierten en adultos o avanzan en su educación específica en ese ramo.
Es inhumano no enseñar a los niños sobre la gestión del dinero, el ahorro, la inversión y el valor del trabajo, la tecnología y el dinero digital, ya que estos son conceptos que tendrán que enfrentar a lo largo de toda su vida.
Una real educación integral debería incluir experiencias prácticas que preparen a los estudiantes para lo cotidiano. Por ejemplo, aprender a gestionar un presupuesto simple o a comprender el impacto de sus decisiones financieras desde una edad temprana podría marcar una gran diferencia en su vida adulta. La falta de educación en estos temas no sólo afecta a los individuos, sino que también tiene repercusiones en la sociedad en su conjunto.
Además, una cultura de paz requiere seres humanos que sean expertos en el manejo de sus mentes y sentimientos. La violencia y los conflictos a menudo surgen de la falta de comprensión sobre el funcionamiento de la mente. Cuando las personas no saben cómo gestionar sus emociones, es fácil que reaccionen de manera impulsiva, lo que puede provocar situaciones irreversibles por no percibir correctamente esto sin tomarse las cosas personales.
Una educación que incluya la salud mental y la libertad financiera podría contribuir a la creación de sociedades pacíficas y armoniosas.
En suma, es imperativo que los sistemas educativos, tanto públicos como privados, integren desde los primeros años escolares el aprendizaje sobre la salud mental y la libertad financiera.
Al hacerlo, no sólo estaríamos preparando a los estudiantes para enfrentar los desafíos de la vida de manera más efectiva, sino que también estaríamos fomentando una generación de individuos más conscientes, empáticos y financieramente responsables.
La educación debe ser una herramienta que empodere a los individuos, no sólo académicamente, sino también emocional y financieramente, para que puedan disfrutar de un proceso de autodescubrimiento pleno y enriquecedor.
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El autor es ingeniero civil, urbanista, analista urbano, experto en movilidad y gestión del desarrollo sustentable, y miembro de la Academia Nacional de Arquitectura.
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