Y la canción dice:
"Si pensaste bien, piensa otra vez.
No todo es lo que se aparenta, quítate de estrés.
Que una frontera no es para dividir amistades ni familia,
es para en paz poder vivir.
“No te olvides hermano mexicano,
que por no tener un muro asegurado
tú también estás teniendo el resultado.
Delitos y desmadre como tatuaje imborrable
“Con Trump evitaremos las guerras,
y estaremos más cercas (sic) del éxito y la paz.
Con Trump mejorará la economía,
un muro no nos divide, nos une en paz,
never give up, keep your heads up.
A favor de la familia, la vida y la verdad,
con Donald Trump vamos hasta el final
“Hay que tumbar al gigante de la ignorancia,
destrucción y guerras matan esperanza.
Lo bueno es que Trump no duerme ni descansa,
Trump permanece firme,
hasta el fin de la batalla
Dos naciones que somos gente de fe,
dos naciones que somos gente de Dios.
Hoy luchemos para nuestra libertad,
la lealtad y la familia, siempre será prioridad".
Hasta aquí la letra del video musical de corte norteño que empezó recientemente a circular en algunas redes sociales de simpatizantes mostrando una inusual sensibilidad del equipo de campaña del candidato por sumar la confianza de los mexicanos. No es común que un candidato en Estados Unidos haga campaña, aunque sea velada, en otro país, sobre todo si supuestamente nos odia. Si nos odia tanto, ¿por qué preocuparse por mandarnos un mensaje de unión si no podemos votar por él?
Parece que mister Trump es más listo que güerito y es consciente de los vínculos estrechos entre mexicanos e hispanos del otro lado. Y parece que atrás de la figura polarizante y temible hasta con dictamen médico en su contra, hay un ser humano que se asoma y que no le gusta pagar tributo a la industria armamentista ni seguirle el juego a la industria farmacéutica. Es un divertido "chivo en cristalería” para el sistema por eso suponemos lo han tratado de matar más de tres veces.
El caso es que hoy en día escasean los espíritus grandes y fuertes en la política que lleven "el barco" hacia cualquier sitio que no sea el propio beneficio y la destrucción de lo que sea diferente.
Anhelo el equilibrio que fomenta la libertad y la auto responsabilidad porque sé que la gente entiende esos conceptos cuando hay reglas con beneficios y consecuencias claras. Y qué mejor para esto que personas fuertes, con principios e ideas claras o acciones precisas con el riesgo que eso implique. Por eso en nuestro continente más allá de locuras, filias y fobias, errores o aciertos, no hay perfectos y solo tenemos a Bukele, Milei y Trump levantando la mano con voz propia y visión. Todos lo demás, o son grises y pequeños de espíritu o siguen instructivos o ideologías insostenibles. Punto.
La variable Trump, más allá de la percepción construida de locura o maldad, sigue representando hoy un posible equilibrio frente a la lucha por destruir la individualidad y los valores humanos con fines de control que las agendas ideológicas imponen desesperadamente. Y no se trata de hablar mal de los demócratas porque la izquierda y la derecha en la política son la misma mentira, pero revolcada.
El mundo enfrenta una guerra contradictoria entre el control y la libertad; entre la doctrina mental del miedo y la expansión; creatividad e innovación, sin límites de nuestra herencia divina. El juego es entre totalitarios y libertarios, con sus matices estratégicos, pero de eso se trata el juego del futuro, de concretar el cambio hacia un despertar. Se puede jugar con cartas abiertas o cartas cerradas, pero esas son las opciones: despertar a la experiencia de la libertad y responsabilidad o dormir en la comodidad limitante del temor comprando sueños ajenos sin experimentar nunca los tuyos. Los gobiernos transitarán estratégicamente y legalmente en tonos de grises, pero el cambio viene y la gente tendrá que elegir.
Así las cosas en los Estados Unidos, su conflicto interno continuará gane quien gane las elecciones, pero se perfilan para la madre de todas las batallas el próximo 5 de noviembre, donde se juega por un lado la continuidad con todo su control y recursos económicos girando instrucciones y comprando voluntades a billetazos como es hábito en los que mueven los hilos del poder; o un Donald Trump más incómodo para el sistema, polarizante, improvisado, valiente y hasta racista que nos demuestra que "chango viejo sí aprende maroma nueva", porque ya aprendió a cantar y no canta mal las rancheras.
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El autor es ingeniero civil, urbanista, analista urbano, experto en movilidad y gestión del desarrollo sustentable, y miembro de la Academia Nacional de Arquitectura