En su obra "Tiempos líquidos", el filósofo Zygmunt Bauman presenta una visión del mundo contemporáneo caracterizada por la incertidumbre y la velocidad de cambio. En este contexto, las estructuras sociales, las relaciones humanas y las identidades se vuelven fluidas y efímeras, provocando una sensación de desorientación. Bauman argumenta que, a diferencia de épocas anteriores, donde las referencias y tradiciones proporcionaban un sentido de estabilidad, hoy nos enfrentamos a un entorno donde las certezas se desvanecen rápidamente.
Este concepto es aplicable también a la política. Por eso hoy ningún partido hegemónico estaría mucho tiempo en el poder, aunque controle todo y por hábito creamos que estamos en el siglo XIX.
Donde hay más voracidad que verdad y nadie respeta acuerdos, no se genera cohesión. Entonces llegan los auto goles y tendrán que surgir nuevos liderazgos porque la gente los va a necesitar. Es más, esos liderazgos ya urgen porque lo que hoy tenemos es todo menos política.
Estamos en la transición rumbo a la inteligencia colectiva y bajo esta premisa, la liquidez del tiempo se encargará de llevarse todo rápido, como ya hemos visto casos de ascensos y descensos, no sin dolor de por medio.
En el 2030 habrá entonces otro tablero político en la mesa. Habrá más grupos o movimientos unidos que partidos con respiración artificial lidiando con las apariencias y las trabas jurídicas. Las nuevas caras serán inevitables. Caras con significado.
El futuro se siente
La velocidad de cambio que experimentamos supera hoy ya nuestra capacidad de asimilación. Nos vemos obligados a sentir y/o sufrir, en el mejor de los casos, a soltar nuestros miedos y a desprendernos poco a poco de las referencias del pasado que solían ser la base de nuestro sentido común.
Nos estamos habituando a la barbarie del egoísmo en esta transición. Pero en lugar de aferrarnos a escenarios y modelos creados en el pasado, tenemos que aprender a vislumbrar un futuro incierto y desconocido donde haya mucho humo y sólo lo que es real permanecerá. Y para ello se requiere verdad.
La evolución, aunque avanza y retrocede en espirales y genera las mismas emociones y sentimientos de la experiencia humana, puede tomar formas caprichosas, abrumadoras y sin límites más allá de lo preestablecido. Aplicado a nuestro país, la llegada de Donald Trump hará volver el líquido y el vapor a nuestra región.
Por eso hoy particularmente nadie tiene nada seguro, aunque seamos cobardes y no hagamos nada.
Un día ganas la elección presidencial y aplastas a tus semejantes. Al otro día cae un delincuente, explota una bomba y tu vecino, que es más fuerte que tú y tiene información, te lee la cartilla y todo se torna más complejo. Y así nos tocará el juego en la frontera más compleja del mundo.
Tres ejemplos
La transformación social no necesariamente requiere la total destrucción de lo establecido, pero así son los huracanes del presente. Nos hemos acostumbrado a ser engañados cada tres, cuatro o seis años con promesas de cambio para quedar igual.
Es de sabios reconocer que un mundo 3.0 está en camino, uno que desafía todas nuestras nociones previas.
Tres claros ejemplos nos dan una probadita de la transformación: 1. Conocer hoy el funcionamiento del mundo sub atómico y saber cómo creamos la realidad, 2. Saber oficialmente que el universo está repleto de vida y al rato tendremos Exo-política también, y 3. La percepción del Bitcoin gritando el fin del intermediarismo y la libertad financiera para el futuro.
Enfocando este último, por ser el más sencillo de explicar, queda claro que a pesar de que el statu quo, el mass media los expertos, los gobiernos o "los dueños" se cansaron de desestimarlo, el valor de Bitcoin en el mercado supera los dos millones de pesos por unidad, indicando una realidad que nos revienta en la cara.
Bastó que un candidato presidencial hablara del tema para mostrarnos la fragilidad de los "dueños de la verdad".
Aunque hoy manipulado por inversiones ballena buscando control, Bitcoin imagina ya una vida más horizontal donde en realidad aspire la gente a ser dueña de su dinero y no sólo que le hagan el favor de prestarle una cuenta para tenerlo a raya.
Estos ejemplos nos revelan el tamaño del futuro que ya llegó.
El universo no empieza entonces ni en la Luna ni en Marte. Empieza dentro de cada uno de nosotros y la realidad no es dictada desde la ciencia dogmática, ni el gobierno, ni la historia las tradiciones o la religión. Parece que la espiral de la energía de evolución es más grande que los monitores y los libros de historia.
El cuarto ejemplo
Esta visión líquida corriendo hacia un nuevo mundo también implica "salir del closet" y reconocer otro ejemplo que podría causar reflexión en la máxima de que "La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma”. Resultó que todo es energía vibrando a velocidades diferentes y la muerte no puede existir, porque nuestro ser se compone de todo un campo energético trascendente y multidimensional, no sólo es un diminuto cuerpo físico.
La frase: "para conocer el universo, conócete a ti mismo" cobra especial relevancia en este contexto. La conexión con nuestras emociones, la perseverancia y la capacidad de amar son fuerzas que deben guiarnos en este viaje hacia lo desconocido, con caos incluido en el proceso, pero con la certeza de que al final todo estará bien, y si no, es que no es el final. Abróchate los cinturones porque el 2025 viene movido
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El autor es ingeniero civil, urbanista, analista urbano, experto en movilidad y gestión del desarrollo sustentable, y presidente del consejo consultivo del Instituto de Movilidad y Accesibilidad de Nuevo León (IMA)
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