Sin temor a equivocarme, puedo asegurar que una de las batallas más cruentas en el camino a los próximos comicios del 2 de junio en Nuevo León, será la elección para la alcaldía de Monterrey.
La capital neolonesa representa mucho: poder, un gran número de votantes, la posibilidad de conservar o perder el registro como partido, una exposición envidiable que habría que saber aprovechar, y claro, mucha “lana”… y la lista puede seguir.
Ver enfrentarse a dos ex alcaldes de la ciudad con administraciones llenas de claroscuros, a otro que le dio un buen susto con el número de votos conseguidos hace unos años en esa misma contienda, y a una joven mujer que tiene, a favor o en contra, ser la esposa del actual mandatario estatal, será más que interesante.
Realmente ninguno de ellos es nuevo, ya los conocemos a todos… a unos más que otros, pero nuevos, lo que se dice nuevos, no son; y lo que hayan hecho en los últimos dos o 15 años puede ser más que suficiente para que los regios tomen su decisión.
Dicen que más vale malo conocido que bueno por conocer, o que la mejor opción es “lo menos peor”, pero no podemos partir de ahí porque ser el “menos peor” no es necesariamente la mejor opción, o irse por un malo ya conocido es como una sentencia y resignación a repetir nuestra historia, aunque no haya sido buena.
Hay que darle tiempo al tiempo, ver cómo se desarrollarán las campañas que recién arrancaron, porque las liebres saltarán desde todas las trincheras, y la guerra sucia sí o sí se hará presente.
Ni se le ocurra pensar que se van a quedar quietos, o sólo lanzando cancioncitas cada que se les ocurra, o sacando logotipos emulando a súper héroes salvadores del mundo con tal de ganar adeptos, o usando a los niños propios o ajenos para llegar al corazón del votante… no, ahí no quedará la cosa.
Por lo pronto los y las suspirantes que ya iniciaron lo hicieron discretos, alegres y sin señalamientos directos, pero le puedo asegurar que la luna de miel será muy breve.
Hoy ya hablan de que se toparon… o que se van a topar unos con otros, queriendo demostrar fortaleza y virtudes frente a sus adversarios, pero y nosotros los ciudadanos ¿con qué nos vamos a topar? Por qué “lo nuevo” y “lo viejo” ha resultado ser, por lo pronto, exactamente lo mismo; los rostros, las banderas y las calcomanías solo cambian de colores, es decir, la carátula es distinta y hasta atractiva, pero el fondo sigue siendo la misma basura político–electorera de siempre.
No los pierda de vista, y le aseguro que en su momento usted tomará la mejor decisión.