México aún no ha podido consolidar el bono demográfico en su democracia
El próximo 2 de junio México se prepara para lo que se consideran los comicios más trascendentales de su historia.
Esta elección se destaca por múltiples razones: en primer lugar, se renovarán más de 20 mil cargos de elección popular en todo el país; en segundo lugar, podrán votar 98.3 millones de ciudadanos que tienen credencial de elector vigente, destacando que el 51% son mujeres; y en tercer lugar, dos de las tres candidaturas principales son mujeres, quienes acumulan además las mayores intenciones de voto.
Sin embargo, para muchas organizaciones dedicadas a promover la participación ciudadana, existe una tendencia preocupante: la aparente falta de compromiso cívico de la población.
Un ejemplo particularmente ilustrativo se observa en el estado de Nuevo León, donde en las últimas elecciones gubernamentales de 2021, sólo el 50.2% del electorado registrado acudió a votar, apenas superando la mitad del padrón electoral por una mínima diferencia.
Es preocupante que el grupo demográfico menos propenso a ejercer su derecho al voto son los hombres jóvenes, de entre 24 y 39 años, con una participación de apenas el 40% en las elecciones pasadas.
Durante años se ha hablado de la oportunidad histórica que representa el bono demográfico para México, que se estima abarca desde 1970 hasta 2030.
Esta coyuntura implica que la población en edad productiva supera significativamente a la población dependiente (niños y adultos mayores), lo que se considera como un impulso para el crecimiento económico y social del país.
Sin embargo, surge una pregunta crucial: ¿hemos sabido aprovechar este bono demográfico para fortalecer nuestra democracia? Parece ser que no. En Nuevo León la dimensión del voto de las y los jóvenes es significativa.
Según datos del INE, del total de integrantes del padrón electoral estatal, el 47% son personas de entre 18 y 39 años de edad, es decir, 2 millones 477 mil 769 votantes. Sin embargo, éste es el grupo demográfico con menor participación en el proceso electoral mexicano.
La denominada “generación millennial”; a pesar de haber nacido en una era marcada por la tecnología y tener habilidades excepcionales para utilizarla, muestra una notable falta de interés en expresar sus preferencias en las urnas.
Esta desafección política se debe a factores como la desconfianza en las instituciones; la percepción de que las y los políticos no representan sus intereses ni abordan sus preocupaciones; los discursos polarizantes y la falta de atención a temas relevantes para esta generación, como el medio ambiente.
El resultado de esta elección será revelador en cuanto a si México ha logrado o no aprovechar su bono demográfico para consolidar su democracia.
Con las generaciones que experimentaron la era del partido único convirtiéndose en minoría en el padrón electoral, y las juventudes de hoy sin memoria de esa realidad, la participación electoral será un indicador crucial de si realmente hemos convertido nuestro bono demográfico en un bono democrático.