Recientemente, durante la convención republicana en Grand Rapids, Michigan, el ex presidente y candidato presidencial republicano Trump advirtió que no permitirá que China se aproveche del T-MEC para hacer llegar sus vehículos a Estados Unidos.
Esto en referencia, según él, a las masivas inversiones de plantas armadoras chinas en México.
La verdad es que todavía no hay tal. La única automotriz china que ha puesto una ensambladora final en México es JAC, pero casi todo el vehículo lo trae armado desde el país asiático y en territorio nacional solamente lo termina.
Esto lo hace a través de su aliado estratégico Giant Motors. Sin embargo, esta “cuasi” planta sólo fábrica para el mercado mexicano.
Primero tendríamos que ver por qué los autos chinos todavía no se pueden vender libremente en Estados Unidos. Y la razón nos lleva al cumplimiento de estándares americanos impuestos para todos los vehículos comercializados en ese país.
Estos son varios, pero pueden ser divididos en dos grandes grupos: los relacionados con la EPA (Agencia del Medio Ambiente) y aquellos que impone el Departamento del Transporte (DOT) en la Unión Americana.
Los relacionados con la EPA son pruebas de laboratorio que en buena parte se focalizan en los autos de combustión interna, aunque también atañen a los autos eléctricos por los líquidos contaminantes que pudieran llevar.
Estas pruebas son relativamente sencillas, pues como ya dijimos, son pruebas de laboratorio: las pasas o no las pasas. Y en mucho, los autos chinos cumplen en buena medida con dichos estándares.
Pero las segundas se refieren a pruebas del comportamiento del vehículo en las calles y carreteras, y evalúan la seguridad de los pasajeros y terceros en choques o impactos, estabilidad y volcaduras, e incluso incendios.
Aquí las pruebas se llevan a efecto en ambientes controlados, pero al final existen uno o varios evaluadores que dan su opinión sobre el cumplimiento o no de los vehículos en varias circunstancias.
Estos evaluadores son, por lo regular, personal autorizado del DOT, y pueden ser influidos por los dictámenes o políticas de la autoridad.
No estoy infiriendo que dichos evaluadores reciban órdenes de no aceptar autos chinos, sólo digo que eso no ha sucedido hasta ahora.
Sin el cumplimiento de estos estándares, los autos chinos no cuentan con la autorización de “libre venta” para ser comercializados por los miles de distribuidores de vehículos que existen en Estados Unidos.
Por lo tanto, no es ni siquiera un tema de cumplimiento de la “Regla de Origen” del T-MEC (acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá), sino que es algo regulatorio del mercado interno norteamericano.
Con esto dicho, no parece plausible la amenaza de la imposición de un impuesto adicional o especial a los autos chinos fabricados en México, si hubiera dichas plantas, pues primero tendrían que cumplir con los ordenamientos de seguridad requeridos en Estados Unidos.
Ahora bien, ¿pudiera EU prohibir que se instalaran plantas armadoras de autos chinos en México? Pues la verdad no se ve factible desde un punto de vista legal, pues no existe el andamiaje regulatorio para dicha prohibición.
El T-MEC a lo único que hace referencia es a que, en la eventual acometida de México de querer firmar un acuerdo comercial con China, primero tendría que someterlo a la aprobación de sus socios en el tratado, pero por lo visto este no es el caso.
La otra regulación en esta materia es la propia Ley de Inversión Extranjera en México, misma que no prohíbe una inversión de esta naturaleza en México, ni por el sector en específico, ni por el país de origen. Por lo tanto, no vemos cómo legalmente pudiera venir dicha prohibición.
Estados Unidos sí podría presionar a México por otros medios, para que no acepte dichas inversiones, aunque para eso debería de haber un fundamento legal de dicha prohibición en la legislación mexicana, cosa que no existe.
Entonces, una inversión china que buscara establecer una planta productiva en México, incluso bajo el Decreto de Fomento de la Industria Automotriz, y se viera obstaculizada, pudiera recurrir a los tribunales nacionales, o incluso al “trato nacional” establecido en el Acuerdo de Promoción y Protección Recíproca de inversiones entre China y México.
En conclusión, las declaraciones del candidato republicano parecen más una parte de su estrategia de campaña que una posible realidad. Incluso, si Estados Unidos lograse presionar a México para que no acepte estas inversiones, el Gobierno mexicano se vería en serios aprietos para justificar tal negación.
En este sentido, México pudiera voltear la tortilla y decirle a Estados Unidos: “OK, aquí tengo la lista de inversiones chinas que quieren venir a México, ¿por qué no me la igualas con inversiones de Estados Unidos en México y platicamos?”.
Claro, esto requeriría hilvanar fino con un futuro gobierno norteamericano, que por el momento está en veremos.
El autor es exfuncionario de la Secretaría federal de Economía y especialista en inversión extranjera y desarrollo económico.