Trump: el fiel de la balanza

Algunos ven a Donald Trump como un líder autónomo, audaz y valiente, dispuesto a desafiar el statu quo y defender sus ideas sin temor a las críticas. Otros, en cambio, lo consideran un personaje egocéntrico y divisivo, cuyas acciones y declaraciones han exacerbado las tensiones sociales y políticas.

Escrito en OPINIÓN el

La polarización de las ideas y la destrucción de la individualidad no le sirven a nadie más que a quien desea controlar a la población incentivando el miedo y la desunión.

Por eso la sociedad nunca debe depositar todos sus huevos en una misma canasta u oferta política, ya que se corre el riesgo de caer en abusos.

“Votando todos” por un solo partido o grupo, como acaba de pasar en nuestro país, lo que hacemos es concentrar el poder.

Y si a ello sumamos el establecimiento de gobiernos regionales con una ideología similar, sólo estaríamos alimentando las posibilidades de que se imponga una sola agenda para todo un continente.

En México la “izquierda” ha ganado fuerza en las recientes elecciones, y esto no tiene nada de malo, pero deben existir los contrapesos.

En Estados Unidos, el candidato republicano Donald Trump se ha caracterizado por ser un individuo polémico y controvertido. Su estilo de comunicación, directo y sin filtros, causa revuelo en la opinión pública.

Algunos lo ven como un líder autónomo, audaz y valiente, dispuesto a desafiar el statu quo y defender sus ideas sin temor a las críticas, enfocando sus acciones en el fortalecimiento local, el orgullo de ser americano, y proteger los empleos y economía de su país. Otros, en cambio, lo consideran un personaje egocéntrico y divisivo, cuyas acciones y declaraciones han exacerbado las tensiones sociales y políticas.

Esto último es lo que más se observa en los medios de comunicación, pero este enfoque es superficial.

En los hechos queda claro que ni los medios de comunicación internacionales se ponen de acuerdo en cómo informar las acciones de Trump y hubo algunos que llegaron al grado de reportar su reciente atentado como una “suspensión de evento”.

De Trump me llama la atención que en su periodo de presidente no intervino país alguno ni disparó una sola bala en guerras del ámbito internacional, algo que no sucedía en décadas en Estados Unidos, lo cual deja mal paradas a las famosas guerras que nos toca a la mayoría del planeta ver por TV con palomitas y refresco, casi como un entretenimiento diseñado para crear miedo y nada más. Guerras aparentemente evitables y diseñadas para mover la industria armamentista, pienso yo, según la visión en turno.

En un mundo así donde la polarización es evidente, es importante matizar esta realidad generando contrapesos para que la suma de los vectores resulte en un balance que le dé vida y libertad a todas las partes, no sólo de viabilidad a la visión que ponga más balas o más dinero en la mesa.

Hoy parece que nos han llevado a la esquina de tener que elegir entre dos equipos. Los totalitarios y los libertarios, cada uno con su gama de matices. Yo me decanto por la libertad, tope donde tope, más que por el control, tope donde tope

Como ciudadanos, mientras nuestros líderes se hacen garras, nos toca fomentar un ambiente de respeto y tolerancia hacia las diferentes perspectivas y opiniones.

La diversidad de ideas enriquece el debate y nos permite encontrar soluciones conjuntas más equilibradas y justas, nos gusten o no.

Querer tener la razón y estar en paz no caben en el mismo espacio al mismo tiempo. La paz es más útil para todos que la razón porque la razón es una idea y la paz un estado de ser.

Así las cosas, debemos aprender a ver en la figura de Donald Trump una importante ficha de balance mundial en el fondo, más que la controversia en la forma, y tener siempre clara una cosa: en política las cosas nunca son como aparentan ser.

 

 

El autor es ingeniero civil, urbanista, analista urbano, experto en movilidad y gestión del desarrollo sustentable, y miembro de la Academia Nacional de Arquitectura.