Después de la tormenta no vendrá la calma

No habrá infraestructura que alcance a reparar los daños que este modelo de crecimiento desordenado, desigual y ecocida ha provocado a nuestra ciudad.

Escrito en OPINIÓN el

Alberto trajo al Estado un anhelado respiro para Nuevo León, frente a una de las mayores preocupaciones que ha tenido la población en los últimos dos años: el agua.

Ochenta y cinco por ciento de los hogares en el Estado experimentaron al menos algún problema con el servicio en 2023 (cortes y/o disminución de la presión) y nueve de cada 10 personas recibía el 2024 con algo o mucha preocupación sobre la posibilidad de que se resolviera, de acuerdo con datos de la Encuesta Así Vamos.

Más aún, la escasez o desperdicio de agua fue el principal problema medioambiental, por primera vez, para 27 por ciento de la población del Área Metropolitana de Monterrey (AMM).

Sin embargo, después de la tormenta no vendrá la calma, no sólo porque la temporada de huracanes apenas empieza y se prevé la llegada de más lluvia, sino porque en el debate posterior, hay tres grandes ausencias.

1. Los daños que la infraestructura provoca. Buena parte de la opinión pública y el propio gobierno estatal han centrado sus reflexiones posteriores sobre la importancia de un desmonte de la vegetación que ocupa el Río Santa Catarina. Sin embargo, como lo han señalado activistas y especialistas, poco se toman en consideración las afectaciones de la infraestructura: tanto en la reducción del ancho del canal que la infraestructura vial ha provocado, en los pilares que atraviesan el Río (de puentes y viaductos elevados) o incluso de las obras del Metro. El propio alcalde de Monterrey atribuyó el “colapso” de los pluviales en Constitución (a la altura de Padre Mier) a la construcción de una de las columnas del Metro.

2. La participación de la comunidad. Al hablar del río, la demanda social de ampliar el diálogo y la toma de decisiones es cada vez mayor. No sólo hay un movimiento social detrás que reivindica el derecho a abrir la discusión sobre él sino hay compromisos que el gobierno estatal acordó para, entre otras cosas, decretarla un área natural protegida. Setenta y tres por ciento de la población del AMM considera que el río debe preservar su ecosistema natural. El gobierno tiene la responsabilidad y obligación de abrir toda la información necesaria que les conduce a proponer cursos de acción sobre el río y hacer partícipe a la comunidad en éstas.

3. El foco del problema. En realidad, buena parte de los retos que enfrenta el AMM y que las tormentas evidencian (una sí y otra también), tienen que ver con un modelo de desarrollo urbano y los impactos medioambientales que éste tiene en la ciudad. Ese debería ser el foco de la discusión y, a partir de ahí, las soluciones de fondo. En el caso del río Santa Catarina, ha sido la ciudad la que se ha “comido” su cauce y no al revés. La discusión se centra en infraestructura que no resuelve el problema de fondo (incluso, en el caso de la segunda presa Rompepicos, especialistas sugieren que lo empeora) y que nos aleja de replantear el modelo en el cual esta ciudad crece. No habrá infraestructura que alcance a reparar los daños que este modelo de crecimiento desordenado, desigual y ecocida ha provocado a nuestra ciudad.

Si no logramos que la discusión sea sobre los daños a la infraestructura, la participación vigorosa de la comunidad y enfocarnos en el problema, la ciudad no tendrá futuro y estará a expensas de la benevolencia de la siguiente tormenta (o sequía).