El presidente López Obrador se encuentra en una “gira de despedida por todo México”, en sus propias palabras. Sin embargo, en esa misma gira se ha hecho acompañar por la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, quien ha jugado un papel meramente secundario, casi de espectadora. En los mítines morenistas se venden muñecos tanto de López Obrador como de Claudia Sheinbaum, aunque con una importante diferencia de precios. Y eso nos dice mucho del presente, y el futuro político, del país.
“El presidente de México lo llama una gira de despedida. Sus críticos ven un movimiento de poder.” Ese fue el título de un reciente reportaje de The Wall Street Journal, declarando que el presidente está estableciendo la agenda para Claudia Sheinbaum mientras lleva a cabo sus reuniones veraniegas. Pero un detalle del reportaje resulta revelador: en un evento en Huatulco, los muñecos de López Obrador se vendían a casi el doble de precio que los de Sheinbaum, y en mayores cantidades. Una vendedora local comentó que, eventualmente, las muñecas de la presidenta-electa acelerarían el paso. ¿Lo harán?
López Obrador es el líder carismático insustituible. En un nivel superficial, estableció programas sociales personalizados consistentes en viles entregas de dinero en efectivo, lo que inevitablemente generó una deuda de agradecimiento personal, pagadera con el voto. Sin embargo, en un nivel más profundo, López Obrador es un guía para muchos, un faro de autoridad para los desamparados económicamente, pero también para los desvalidos emocionalmente. Y, además, el presidente dota de propósito a los muchos a través de una gran narrativa, consistente en un discurso nacionalista aunque maniqueo, donde se combate a los malos desde el lado correcto de la historia.
En un mundo donde los tecnócratas gobiernan cada vez menos, y donde los grandes narradores llegan crecientemente al poder, ¿Qué le espera a una supuesta tecnócrata sin credenciales carismáticas algunas, sin poder de narración alguno? No mucho. Es por eso que, como nunca había sucedido en la historia reciente del país, un presidente saliente le puede dictar la agenda política a una presidenta entrante. Por eso, políticos íntimamente asociados al presidente continuarán en carteras claves en la siguiente administración federal. Y, por eso, el hijo mismo del presidente, bajo un supuesto cargo honorífico otorgado por su propio padre, se reúne a puerta cerrada con la presidenta-electa. La revocación de mandato, figura creada por el presidente, parece ser la espada de Damocles que continuamente colgará sobre la presidencia que está por entrar.
En su llamada gira de despedida, el presidente dice que se retirará, mientras que los asistentes gritan que no lo haga. Que no se preocupen: el muñeco de López Obrador seguirá en circulación, como el presidente mismo, y se antoja difícil que aquel de su sucesora valga algún día lo mismo o se venda en iguales o mayores cantidades. Eso sí, eventualmente, ambos se pueden devaluar.
fnge1@hotmail.com
@FernandoNGE