Si hace 20 años alguien hubiera dicho que el PRI y el PAN irían en una alianza electoral, lo habrían tildado de loco.
 
 Era imposible que dos fuerzas políticas con ideologías tan distintas, con rivalidades tan añejas, pudieran ir juntos al baile en las casillas. Y sin embargo la realidad siempre supera a la ficción y hoy en día esa alianza ya ha se ha consolidado, y pese a todo lo que se diga a nivel nacional, parece que en Nuevo León el PRIAN se rehúsa a renunciar a ese amor prohibido.
 
 Pero no hay que confundirse, la alianza no se origina en aras de una nueva corriente ideológica, o de acuerdos sobre los “qué” y los “por dónde” para el Estado, este amasiato prohibido nace de una sola cosa: el amor y la sed por el poder.
 
 Lo que vemos entre el PRI y el PAN es lo más parecido que podemos ver a un zombi en la vida real. Es una práctica que probablemente Gómez Morin consideraría hereje, y que Plutarco Elías Calles vería como una sátira de mal gusto.
 
 Pero hoy más que nunca, en esta temporada de noche de brujas y día de muertos, el cadáver prianista se aferra una vida artificial, alimentada por la unión de las pocas fuerzas que les quedan.
 
 Y esto no lo digo a la ligera, basta analizar cómo se hubiera pintado el mapa electoral si esta alianza no hubiera sucedido en las elecciones pasadas. De entrada, habrían perdido Monterrey, y su contienda por el Senado hubiera sido solo testimonial, quedando ambos partidos relegados del mapa electoral.
 
 En el caso de Nuevo León, el PRI nunca pudo dejar atrás su reputación maltratada y la sombra de Rodrigo Medina, mientras que el PAN traicionó tanto sus principios, que sus más fieles seguidores ya no saben por quién votar.
 
 La decadencia en este partido los preocupó tanto que tuvieron que relanzarse con un eslogan de dudosa procedencia, con la delirante idea de que así serán más atractivos para el electorado.
 
 Veremos hasta dónde llega este zombi antes de desarmarse en pedazos, veremos si el PRI en Nuevo León se sigue comportando como un muchacho despechado en busca de que el PAN lo acepte, y habrá que esperar a ver si ésta frágil unión, resiste las quejas cuando sus actores principales no se vean favorecidos al momento de decidir candidaturas.
 
 Al PRIAN solo le queda bailar al ritmo de Thriller, porque esta será su última noche de brujas antes de desaparecer por completo del mapa electoral de Nuevo León.
Un zombi electoral
Era imposible que dos fuerzas políticas (PRI y PAN) con ideologías tan distintas, con rivalidades tan añejas, pudieran ir juntos al baile en las casillas.

 Escrito en  OPINIÓN el