El pasado 17 de septiembre, se cumplieron 52 años del asesinato de Don Eugenio Garza Sada. La vida y la muerte de Don Eugenio adquirieron proporciones que trascendieron a toda la República, generando ondas de cambio.
Tanto la relevancia de este líder en diversos ámbitos como el empresarial, el educativo e incluso me atrevo a decir, el de la sociedad civil de Nuevo León; como la violencia de su muerte, marcaron las mentes de miles de personas.
Las ondas generadas por aquel hecho aún se perciben. Su pensamiento, plasmado en cartas y documentos de la Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma y del Tecnológico de Monterrey, anticipó lo que hoy entendemos como responsabilidad social.
“El empresario que solo se ocupa de su empresa, ni siquiera se preocupa por su empresa”, decía, y con esa convicción, inspiró a empresarios y ciudadanos a asumir un compromiso cívico y social que alimentó el desarrollo democrático del país.
Menos de dos años después de su muerte, ese espíritu impulsó la creación del Consejo de Instituciones de Nuevo León, formalizado en febrero de 1975.
En sus estatutos fundacionales se estableció el propósito de promover y preservar los derechos cívicos de los ciudadanos y las instituciones básicas de la sociedad, como la familia, por todos los medios legales.
Varios de sus fundadores, entre ellos José Luis Coindreau, conocieron a Don Eugenio y heredaron sus valores, impulsando la pluralidad democrática, la participación ciudadana y la defensa de los derechos civiles.
Este año 2025, al cumplir 50 años, el Consejo Cívico de Instituciones de Nuevo León mantiene ese legado: fortalecer a las organizaciones civiles, articular sus esfuerzos y garantizar su voz en las decisiones públicas.
Los desafíos actuales del país no están lejos de los de 1975. Por eso, México sigue necesitando liderazgos comprometidos y valientes que defiendan a instituciones y espacios democráticos, generando ondas de cambio que beneficien a las futuras generaciones.