Comprar un rastrillo rosa en lugar de uno azul, elegir un desodorante “femenino” o pagar un corte de cabello, son decisiones cotidianas que pueden costar más por el solo hecho de ser mujeres. A esto se le llama “impuesto rosa”. Su impacto en la economía femenina es considerable y, sumado a la brecha salarial, representa un desafío urgente para la autonomía económica.
El “impuesto rosa” es el sobreprecio aplicado a productos y servicios dirigidos al público femenino en comparación con sus equivalentes masculinos. Estudios muestran que la diferencia puede alcanzar hasta un 20%, presente en rastrillos, perfumes, ropa, juguetes, seguros e incluso servicios básicos como la peluquería. En un año, este diferencial se traduce en miles de pesos adicionales.
Pero el costo no termina ahí. En México, las mujeres perciben en promedio un 14% menos salario que los hombres por el mismo trabajo, según la OCDE. No sólo pagamos más por productos y servicios, sino que ganamos menos, lo que dificulta alcanzar metas financieras y limita la libertad económica.
Un doble golpe financiero. Precios más altos e ingresos más bajos limitan el ahorro, la inversión y el patrimonio. Una mujer puede llegar a la jubilación con menos recursos, menor liquidez para emprender o menos margen en emergencias. Esto evidencia que las finanzas personales no se viven en igualdad entre hombres y mujeres, de ahí la importancia de planificar y tomar tomar decisiones conscientes.
Así que para enfrentar la brecha, ésta podría ser la estrategia:
Compra consciente: evitar pagar de más por productos “femeninos”. Existe la posibilidad de buscar el mismo producto solo que con un color diferente, la calidad seguramente será la misma.
Presupuesto con lupa: identificar fugas financieras derivadas del marketing de género.
Ahorro e inversión temprana: apartar un porcentaje fijo de los ingresos, por pequeño que sea, tomando en consideración que las mujeres siempre requerimos de tener un “extra” para eventualidades femeninas.
Redes de apoyo: compartir experiencias y consejos financieros entre mujeres.
Educación financiera continua: mantenerse informada sobre finanzas e inversiones; mientras más educación tengamos en este sector, de mejor manera afrontaremos cada etapa.
El impuesto rosa y la brecha salarial muestran que la desigualdad también está en la economía cotidiana. Reconocerlo no es resignarse, sino un llamado a la acción: cuestionar precios, exigir transparencia, promover educación financiera y empoderar a las mujeres para tomar decisiones informadas.
Hablar de dinero es hablar de libertad, igualdad y futuro. Cada decisión financiera, por pequeña que parezca, contribuye a la independencia y a construir un entorno más justo. Comprender el impacto del impuesto rosa y de la brecha salarial es el primer paso para transformar la economía femenina y asegurar oportunidades para todas.
