La Inteligencia Artificial (IA) tiene una historia de cuestionamientos matemáticos donde se revela la idea de la creación de un intercambio de datos entre máquinas capaces de recolectar información y conversar en idioma binario para llegar a conclusiones.
La IA como campo formal de estudio se estableció en 1956 durante una conferencia en el Dartmouth College, en Estados Unidos.
El evento reunió a científicos como John McCarthy, Marvin Minsky, Nathaniel Rochester y Claude Shannon, quienes propusieron investigar si las máquinas podían simular la inteligencia humana.
Sin embargo, las ideas que dieron origen a la IA comenzaron mucho antes:
1940: Se inventó la computadora digital programable, lo que permitió pensar en máquinas capaces de realizar razonamientos matemáticos.
1950: Alan Turing propuso el famoso Test de Turing, para evaluar si una máquina podía exhibir inteligencia similar a la humana.
1956: Se considera el nacimiento oficial de la IA como disciplina científica, con el taller de Dartmouth.
Hoy en día, la IA está de moda y todos la queremos aprovechar en tareas, investigaciones, proyectos de empresa, marketing o recetas de cocina. Pero también hay casos oscuros como el de Adam Raine, de 16 años, quien terminó suicidándose después de tener horas de conversación con ChatGPT como su único confidente.
Al expresidente francés Francois Miterrand se le preguntó en una entrevista qué actividades hacía en su día a día y después de describir su desayuno, dijo: “Hago trabajo de oficina y resuelvo asuntos de estado”. Y agregó que dedicaba una hora diaria a pensar. El reportero, dudando de la respuesta, le inquirió: “¿A pensar?”. Y el entonces mandatario le contestó: “Sí, pensar es sumamente complicado y en la vertiginosa rapidez de nuestras vidas nos hemos olvidado de pensar”.
La IA es una herramienta igual que cualquier otra, sorprendentemente rápida y, salvo varios críticos, cuestionablemente veraz. En reuniones presumimos que ya sabemos usar los Prompts o maneras de obtener mejor información de la herramienta y todo lo que podemos hacer con ella pero se nos olvida una cosa: pensar.
En la película de Matrix (1999) uno de los personajes, Morpheus, le platica a Neo, el protagonista, que la IA tomó posesión de la humanidad y ahora somos baterías humanas al servicio de la IA proveyendo energía a las computadoras.
La verdad no creo que lleguemos a tanto, pero a lo que sí estamos llegando es a querer resolver nuestras vidas con la Inteligencia Artificial y eso nos está mermando la capacidad de pensamiento crítico, de discusión y de análisis para seguir aumentando nuestros conocimientos.
Debemos de utilizar la IA como lo que es, una herramienta, y no como regidora de nuestras vidas y mucho menos de ejemplificación de nuestro trabajo diario.
La próxima vez que alguien pregunte algo antes de checar ChatGPT, Deep Seek, o cualquier otra fuente de IA, haz una pausa y piensa. Atrévete a generar tu propio pensamiento crítico y eso te dará una ventaja mayor contra cualquier copy paste que pueda haber realizado alguien con estas herramientas.
