La movilidad en Nuevo León se ha convertido en un tema que, irónicamente, todos vemos y nadie atiende. Como Vamos Nuevo León reportó que tenemos 57 mil 454 hechos viales en un año, es decir 157 accidentes diarios, 7 por hora. Y aun así parece que lo aceptamos porque simplemente “así es Monterrey”.
Normalizamos los tiempos de traslado cada vez más largos, sin medir cuánto nos cuestan: más estrés, peor calidad de vida, menos tiempo libre. Lo vemos en nosotros, en nuestros compañeros, en las filas interminables esperando el camión y productividad que se diluye. Sabemos que nos afecta… pero no hacemos nada. No hay indignación constante, ni exigencia colectiva. Aceptamos lo inaceptable.
Las calles están llegando a su máxima capacidad y se siente todos los días: basta un “choquecito” para paralizar todo. Esto no es nuevo. En 1949, el estadístico británico Reuben Smeed formuló una ley interesante: conforme aumentan los autos, aumentan las fatalidades y los accidentes… hasta que la sociedad alcanza un punto de quiebre. El dolor obliga a reaccionar. Surgen mejores leyes, mejores ingenieros viales, autos más seguros. Maduramos como cultura vial. Y entonces los accidentes comienzan a bajar.
Esa madurez no solo viene de infraestructura, sino de respetar la ley. Cuando desobedecerla no tiene consecuencias, el costo de infringirla es menor que el beneficio. Y así vivimos hoy: estacionando en doble fila, rebasando por la derecha, ignorando cruces peatonales, viendo el límite de velocidad como una sugerencia y claro, con el celular en la mano. No somos malas personas, pero en el auto parece que dejamos de ser humanos. Nos volvemos conductores contra ciclistas o peatones, como si el tiempo (y la vida) del otro valiera menos.
El tráfico es síntoma de un desarrollo urbano desordenado. Necesitamos coordinación metropolitana real, un plan a 10–15 años que trascienda gobiernos, con la colaboración de universidades, el Colegio de Arquitectos, la SURMAC y especialistas en tránsito. No ocurrencias sexenales: política pública continua.
En REGIOPODER insistimos en que la solución empieza con una cultura vial distinta, sí, pero también con decisiones de gobierno valientes: cumplimiento estricto del reglamento, diseño urbano centrado en personas, transporte digno, infraestructura para ciclistas y peatones, y una visión que priorice movilidad sobre automóvil. No más parches. No más proyectos aislados. Nuevo León merece un plan integral para que llegar a casa no cueste la vida ni la salud.
Vivanne Clariond es una apasionada de las ciudades y la política pública e integrante de REGIOPODER.
vivianne.clariond@gmail.com
