Humberto Spíndola (1950-2025)

El alma, la esencia del quehacer artístico de Humberto Spíndola era-es el arte popular mexicano, su riqueza cromática, su inagotable imaginería y su espontánea manufactura.

Créditos: Especial
Escrito en OPINIÓN el

El miércoles 8 del pasado enero murió Humberto Spíndola a la edad de 75 años, en Querétaro, tras perder la batalla contra un mal óseo que le ocasionó problemas de movilidad en los últimos años.

Reconocido como el Maestro del papel picado, un material que gracias a su talento, sensibilidad, virtuosismo, genialidad e imaginación ingresó-llevó a las galerías y museos más prestigiados de Argentina, Francia, Reino Unido, Alemania y México. 

Hay que aclarar que también incursionó en la escultura en papier maché (es decir, cartonería, sobre todo, pero él lo llamó papel endurecido) la gráfica y el arte objeto. Fue también diseñador de vestuario teatral y moda, en el primer caso para óperas como Moctezuma y en el otro con los trajes de boda para la actriz y política de la 4T Jesusa Rodríguez y la cantante Liliana Felipe.

Lo más apreciado y conocido mediáticamente de su trabajo son las instalaciones para conmemorar las efemérides correspondientes a los Días de Muertos y los Viernes de Dolores, tanto para espacios cerrados como abiertos, como las realizadas para el Zócalo de la ciudad de México y el Centro Cultural San Ángel, por mencionar algunas de sus obras más recientes. El autor bautizó estos trabajos como altares mexicanos.

El alma, la esencia del quehacer artístico de Humberto Spíndola era-es el arte popular mexicano, su riqueza cromática, su inagotable imaginería y su espontánea manufactura, la más de las veces anónima, que es lo que convierte en únicas las celebraciones y fiestas populares; es decir la cultura ancestral de nuestros pueblos. 

Pero ojo, el artista no reproduce esas creaciones populares, sino que nos las devuelve-regresa sublimadas, poetizadas de tal manera en sus obras que nos detona-recuerda de dónde venimos, quiénes somos. Pienso en sus banderitas de papel picado recubiertas de hoja oro de 24 quilates, ensartadas en una naranja en los Altares de Dolores; en sus cuadros-homenaje a las piñatas en el Palacio de Bellas Artes o en la decoración en los muros y techos para los comedores de la desparecida Fonda El Refugio.

Memorables son también sus intervenciones en la arquitectura de Luis Barragán: las casas Ortega, Gálvez, Gilardi y la del mismo Premio Pritzker 1980. Por fortuna, se editó un bello portafolio que registra y preserva este proyecto que recuerda por sus portadas de varios colores el diseño de Jesús Reyes Ferreira para uno de los libros de Rufino Tamayo. La publicación contiene la investigación del artista sobre el papel en nuestra cultura.

Humberto Spíndola nació en la CDMX en 1950, estudió Economía en la UNAM, fue asistente de Manuel Álvarez Bravo, colaboró con Biba, una de las primeras boutiques de diseño en Londres durante los años 70 del siglo pasado. 

Su debut como artista del papel picado ocurrió en 1982 en la mítica Galería Arte Mexicano, que organizó entonces un recital a la poeta Guadalupe Pita Amor para celebrarle-festejar un cumpleaños. La autora de “Soy mi casa” y los galeristas son parte de un linaje familiar que incluye a la realeza europea, con la que también está emparentada la escritora y periodista Elena Poniatowska. 

La casa-taller de Spíndola en el Cuadrante de San Francisco en Coyoacán era-es una cámara de maravillas mexicanas: barro del Barrio de la Luz, vidrio pulquero de Texcoco y figuras de los Avalos; calaveras de azúcar de Wenceslao Rivas, loza con los logos de la Fonda El Refugio, papeles embarrados de Chucho Reyes y su única escultura conocida, una columna de oro de las que Ricardo Regazzoni diseñó para un proyecto de Luis Barragán, fotos de Manuel Álvarez Bravo… para llegar a esas joyas se cruza antes un edén, un oasis, un jardín con una banca de concreto rojo como las que todavía quedan algunas en plazas de pueblo.  

Ese inicio profesional antes mencionado es significativo, ya que ejemplifica el status del artista en la sociedad mexicana, más en el caso de autores como Spíndola (que realizó la mayor parte de su trabajo con materiales vulnerables y un tanto efímero) es decir el artista de una clase social privilegiada, un sitio al que no todos los creadores acceden pero que él supo conservar como tal hasta el final de sus días, como bien lo ilustra su relación profesional con Tenaris Tamsa, un conglomerado empresarial internacional con ramales en México pero basado en Buenos Aires, donde tienen la Fundación Proa. 

Para una de sus oficinas en Veracruz montó una exclusiva muestra a cuyo montaje no se permitió la entrada al artista ni a sus asistentes “por cuestiones de seguridad”.

Notables son la colaboración con el arquitecto Javier Sánchez, para quien diseño un portón para un inmueble que se localiza en la Colonia del Valle, al igual que sus intervenciones en inmuebles históricos a los que él se refería como “vestir casas”.

Una de esas residencias fue el Palacio de los Condes de Calimaya, hoy museo de la Ciudad de México. Ya no se podrá acudir más a visitar la puesta de sus altares de Día de Muertos y Viernes de Dolores a su casa-estudio del Cuadrante de San Francisco, en donde mientras se bebía un tequila se conversaba sobre difuntos y vivos. Tampoco habrá más Orden del Púrpura, distinción que el artista otorgaba entre sus amistades. 
 
Uno de los proyectos que no alcanzó a concluir el Segundo Marqués de Tlacochahuaya, como se autonombra el artista, fue la publicación de un libro con su investigación sobre la asesoría que Jesús Reyes Ferreira brindaba a los arquitectos sobre el color.

El libro lo publicarían la Facultad de Arquitectura de la UNAM en coordinación con la Casa Museo Luis Barragán. Cabe señalar que esta asesoría cromática existió y está documentada, ya que se conoce al menos una carta de Barragán a Reyes Ferreira al respecto. Ojalá y el alma mater del artista haga pronto realidad el compromiso adquirido con su también destacado exalumno.

Termino estas líneas citando-recordando-parafraseando la nota de la periodista Ana Cecilia Treviño Bambi en 1977 sobre el deceso de Chucho Reyes: el miércoles 8 de enero del presente año una banderita de oro voló al cielo: Humberto Spíndola. QEPD.