Zsonamaco 2025

La emisión 21 refrendó que para Zsonamaco y la CDMX el arte es un buen negocio, se mire por donde se mire, lo que compromete a su organización a seguir superándose para poder mantener la posición top que ha alcanzado, dentro y fuera del país.

Créditos: Especial
Escrito en OPINIÓN el

Zsonamaco, la Feria de Arte, inicia el lustro que la acerca a su primer cuarto de siglo e historia con el pie derecho, posicionada ya entre los eventos de arte más importante de México y con una repercusión global sólida. Prueba de ello fue la emisión 21 que se llevó a cabo del 5 al 9 del presente mes de febrero y atrajo 81 mil visitantes, lo que se traduce en un éxito de consumo y, por lo tanto, en un gran negocio.

La feria impacta tanto dentro como fuera de México; es decir, en el extranjero como en lo nacional. En lo referente a allende las fronteras, es claro que ejemplifica-visibiliza la existencia de un dinámico y poderoso coleccionismo de compatriotas seducidos por autores extranjeros como Marina Abramovic, Anish Kapoor y Julian Schnabel, entre otros nombres que representaron las cartas fuertes de las galerías visitantes en esta ocasión. De los tres autores mencionados, la dama europea carece todavía de una exposición individual en algún museo local.

Tanto los artistas como las galerías extranjeras suelen participar con los coleccionistas-mecenas mexicanos en eventos que se llevan a cabo fuera de la sede de Zsonamaco. En esta ocasión fue Marina Abramovic en La Cuadra Egerstrom de Luis Barragán, un lugar que el próximo otoño abrirá como un centro cultural e incluirá un museo dedicado al Premio Pritzker 1980. En la feria estaban disponibles un par de pequeños dibujos suyos y una fotografía de dimensiones considerables en la que hace alusión a la importancia de lo negro en el arte y la cultura española.

La Pace Gallery rindió homenaje al arte y la cultura mexicana en el arquitecto tapatío, de quien utilizó detalles de su arquitectura, el pasillo que lleva al comedor y la alberca de la Casa Gillardi, y el color de sus muros para su stand, en el que destacaba un díptico con la versión de Julian Schanbel a “Las dos Fridas”. Incluyó también una enorme acuarela de Sean Scully que parecía inspirada en los papeles de china embarrados por Jesús Reyes Ferreira, especie de pantone para uso de los arquitectos mexicanos; y una escultura-relieve a pared de Elmgreen & Drageet que parece aludir a parejas del mismo sexo y cómo sus sensibilidades distintas complementan-estrechan sus lazos afectivos. La Colección Jumex tiene al menos una obra de este binomio artístico formada por un danés y un noruego, radicados en Berlín, que les comisionó el Memorial a la Víctimas Gays del nazismo.

Los marchants extranjeros también trajeron obra de nacionales clásicos como Alfredo Ramos Martínez, Jean Charlot y Leonora Carrington. En el primer caso fue una exquisita muestra de cámara la que trajo la Galería Louis Stern, que también presentó al francés.

Otros mexicanos presentados por extranjeros fueron Terry Holiday y José Villalobos. La primera es una mujer trans, artista por derecho propio y musa de fotógrafos y cineastas (Adolfo Patiño, Yolanda Andrade y Arturo Ripstein, por citar algunos), con unos delicados collages (en uno se autorretrata como la Virgen de Guadalupe) y patchworks; por cierto, en México no tenido una individual pese a tener una larga y fecunda carrera, una trayectoria muy apreciada y celebrada en España. El segundo es un gay chicano, nacido en Ciudad Juárez pero que creció en San Antonio, Texas; él filtra en sus obras sus orígenes rurales que afloran y se fusionan con la cultura urbana de los migrantes en la que vive, a la que pertenece también.

Otros autores con obra de interés fueron la argentina Elisa Strada y el español Carlos Nicanor, ambos con piezas que parecían hacer-lanzar guiños a importantes colecciones privadas, pero con acceso al público en general sin costo: ella a Jumex y él a Olivia; en el primer caso con un collage cercano a lo escultórico y que incluía el logo-nombre de la empresa de bebidas y alimentos enlatados y en el otro con un bronce que parece el retrato de la mascota de los propietarios de la colección y logo de la misma. Strada tiene obra en la Fundación Proa.

La Galería Ruth Benzacar incluyó la obra de Ana Gallardo, una autora argentina radicada en México cuya obra causó polémica y actos de vandalismo en su estancia en el MUAC el año pasado. La pieza presentada en esta ocasión, una instalación que incluye pintura, dibujo en carbón de gran formato, un tapiz pequeño, un par de cerámicas y una reproducción en vinil, es una obra autobiográfica que explora un contexto familiar duro y para quien esto escribe se potenció mejor su exhibición en la feria que en el espacio de la UNAM. Lamentablemente es una obra que no incluye el crudo lenguaje escrito de la autora, lo que desató la ira de los colectivos pro derechos humanos, perdiéndose la oportunidad de ver su impacto en-con otros públicos. La obra fue nominada al premio Fundación Erarta, que cuenta con la cifra más alta de los galardones que se entregan en las ferias de arte.

En cuanto a lo local, el impacto de Zsonamaco rebasa el mero mercado, ya que ha generado una oferta cultural muy atractiva que gira a su alrededor; no solo hay ferias satélites sino un programa de exposiciones que atrae y seduce una gran cantidad de público ávido-sediento de socializar más que en adentrarse en el nutritivo y rico universo del coleccionismo. Tanto en las instalaciones del Centro Citibanamex como el showroom de General Esteva 54, por ejemplo, hubo tumultos y largas filas no solo para hacerse de una bebida o helado, sino para acercarse a las obras y propuestas de autores como Leonora Carrington y Mario García Torres, en el primer espacio.

A las instalaciones ubicadas por la Avenida del Conscripto las principales galerías nacionales llevan también a sus autores más prestigiados, como Gabriel Orozco, Abraham Cruzvillegas, José Dávila, y Pia Camil, entre otros más. Asimismo, exhiben obras de clásicos como Diego Rivera, José Clemente Orozco y Francisco Toledo. Es importante señalar la presencia de la Galería Arte Mexicano que está celebrando 90 Años de actividades, ya con integrantes de la tercera generación integrados a su staff, y por tal motivo hubo pastel para los invitados y visitantes.

Entre lo más destacado de los galeristas nacionales hay que señalar el gabinete con obras de Leonora Carrington que incluía dibujos, pequeñas esculturas en barro y bronce, un tapiz y joyería. Un lujo en el que los asistentes podían interactuar sin costo, haciendo una llamada para que la artista les descifrara la carta de tarot que les había tocado y que antes les habían entregado en un elegante sobre negro junto con un cartel y folleto explicativo. El gabinete titulado “Talismanes para un viaje sagrado” vino procedente de París, donde formó parte del Centenario del Primer Manifiesto Surrealista; lo realizó Fermín Llamazares, presidente del Consejo Leonora Carrington, A.C. Obra pictórica de la inglesa-mexicana había en al menos 3 locales, las Galerías Arte Mexicano, Enrique Guerrero y una extranjera.

Otra pequeña muestra, de cámara también, con alrededor de 30 obras, que muy bien puede considerase una antológica fue la de Francisco Toledo que presento la Galería Pablo Goebel, un conjunto en la que sobresalían los lotes de goauches y bronces tempranos del juchiteco nacido en la CDMX, obras a las que muy pocas veces se puede acceder a pesar de que es un autor que se exhibe mucho, pero las más de las veces mal, con una falta de profesionalismo ofensivo tanto para el artista mismo como para el espectador.

De Sergio Hernández había obra tanto reciente como de fines del siglo pasado en varios stands, extranjeros y locales. Entre la obra temprana, unas técnicas mixtas deslumbrantes no por el oro que tienen sino por el esgrafiado, manchas y su muy personal paleta de color. También estaba disponible su inmensa tela en azules que optó al Premio Marco a mediados de los años 90 y que se exhibió en el Museo Rufino Tamayo en la exposición organizada por Miguel Cervantes hace más de dos décadas ya. Otros autores de lo que se ofreció obra fueron Rufino Tamayo, Alfredo Zalce, Boris Viskin, Germán Venegas, Magali Lara, Julio Galán…

La Not Gallery de Guadalajara presentó al regiomontano Ángel Cammen, un pintor con oficio técnico y propuesta autobiográfica que ya ingresó a la prestigiada colección del empresario y político Aurelio López Rocha. La Diptych de la CDMX exhibió una formidable pintura de Tàpies de grandes dimensiones y HGZ, de Querétaro, una colectiva con pintura, foto y objetos. Estero de Monterrey también optó por una colectiva. La Galería Pedro Ávila, de Metepec, ofreció además de pintura un concierto-performance con un ejecutante de piano.

En fotografía lo más sobresaliente fueron los portafolios y libros de artistas como Alberto García-Alix, Graciela Iturbide y Luis González Palma. Y una sorpresa que promete, la presencia de Rossi Calderón con un portafolio con presentación de la curadora Emma Cecilia García. Los 4 autores con Troconi, Letayf y Campbell. Patricia Conde Galería apostó por una colectiva en la que sobresalía Patricia Lagarde con una impresión en gran formato en la que su autora parece homenajear a Mariana Yampolsky, una obra en que continúa sus búsquedas-experimentaciones por los procesos antiguos, en este caso colodión pero impreso con tintas de carbón del portafolio “La Variable (T)”. Almanaque también se decantó por una colectiva que incluyó a Bob Schalkwijk con un par de vintages en color extraordinarios.

Es importante señalar la presencia de Manuel Álvarez Bravo por el enfoque con que lo presentó la Galería Terreno Baldío: las tres series tardías que se exhibieron se ligaron con su etapa de stillista aun y cuando no se trata de fijas propiamente. Un acierto incluir al inicio o salida, según se ingresó al booth, el homenaje de su discípula más destacada, pero lamentable la falta de sensibilidad para exhibir al Fotógrafo de México. Bien por el impreso que registra esta exhibición, también de cámara, pionera en nuestro país sin olvidar que ya Héctor Orozco hizo lo propio, pero en Madrid. Ojalá que este interés por esa etapa casi desconocida del Maestro, le dedicó al menos una década y media, anime a las instituciones museísticas a organizar una exposición de los stills de MAB, como los firmó, ya que nunca se ha realizado en México, nunca se han exhibido estas obras de las que tiene la Colección Televisa.

Hay que decir que la fotografía tuvo una presencia menor en esta emisión e incluso autores como Pablo López Luz y Paola Dávila se exhibían en otra sesión. Él con una pieza de su cotizada y prestigiada serie de vistas aéreas sobre la capital mexicana; en Londres una foto de este conjunto superó con creces a Álvarez Bravo e Iturbide en una subasta; ella mostró un lote de cianotipias sobre seda y vidrio, estos últimos realmente interesantes por su similitud con recipientes griegos antiguos. En este mismo apartado se exhibía a Robert Mapplethorpe y Jan Hendrix. Hay que señalar que la fotografía es la categoría que ha obtenido los dos Premios Eratra que se han entregado en la fecha.

La sección de Antiques fue la más pequeña pero no en importancia, pues lo mismo se ofreció artes decorativas como pintura religiosa, moderna y contemporánea; es decir se podía encontrar desde una pieza de talavera de Puebla del Siglo XVIII, un par pinturas tempranas del Dr Atl, un dibujo de Saturnino Herrán de principios Siglo XX y hasta una pintura en rojos de Sergio Hernández de los años 90, también de la centuria anterior. En esta área se ofrecían además pinturas y gráficas recientes de Jorge Obregón, a quien el Museo Kaluz le dedicó una importante exhibición hace poco tiempo, y una colección de luchadores enmascarados que habría querido-adquirido sin dudar Carlos Monsiváis para su Museo del Estanquillo.

La parte correspondiente a Diseño fue la más potente, se exhibieron tapetes de Filamento Rougs de Puebla; en su catálogo figuran autores como Carlos Luna y Dr. Lakra. Hubo lámparas de estudiantes de la Ibero, envolturas de chocolates por un alumno de la UDEM, una silla homenaje a Luis Barragán por Inés Pineda y Hairo Rodríguez y ropa de Carla Fernández, así como de otros autores en La Colmena de la Fundación Javier Marín. Es importante señalar en este último caso la participación de los diseñadores con fotógrafos como Pim Shalkwijk . Sin duda entre las piezas más bellas en esta área: la mesa de centro de Anish Kapoor, la misma pieza en dos tipos de mármol. Y una grata sorpresa: la vajilla de Sebastián para Ánfora, servicio para dos.

La sección de publicaciones, tanto antiguas como recientes, ocupó un espacio de generosas proporciones, entre lo primero sobresalen las referentes a arte mexicano, por ejemplo, la colección “Río de luz” del FCE y una joya, el libro de Fomento Cultural Banamex sobre Manuel Álvarez Bravo con autógrafos de Octavio Paz y el fotógrafo; y en el segundo caso un lujoso volumen: “Guillermo Kuitca, dibujos 1971-2017”,  los catálogos de las muestras de Alan Glass en Bellas Artes y la colectiva de gráfica mexicana en el Met de NY,  y la publicación de una investigación por la Universidad Iberoamericana sobre la inagotable y todavía poco estudiada “Revista de revistas”.

En lo referente a revistas en circulación activa “Antidogma” y “Mi valedor” permitían visibilizar el mecenazgo vía las AC, en el primer caso mediante la distribución gratuita con cooperación voluntaria no obligatoria y en el segundo mediante la venta cuyo monto se reparte entre la ac-editor y el vendedor. Una mención aparte merece M, la revista del periódico Milenio, se distribuía gratuitamente el ejemplar, en la que hay que destacar la publicación del portafolio de Luis Garvan con los 11 retratos a Graciela Iturbide; el magazine cuenta con dos portadas, en ambas aparece la fotógrafa. Se incluye también un proyecto de Enrique Norten.

Dado que en Zsonamaco se trata del comercio de obras de arte hace falta que los organizadores se comprometan más con el fomento al coleccionismo y sus virtudes, sobre todo con un programa educativo de alto nivel que incluya especialistas en cada rubro, no solo amigos-conocidos-sugerencias de los organizadores-patrocinadores-galerías-curadores de la misma feria, que no aportan gran cosa y de paso exhiben hasta a sus anfitriones en los llamados conversatorios.

Me explico: no puede ser que la directora de un museo, ejemplo de participación entre iniciativa privada y gobierno en este país, venga a decir “Marco es un museo privado” pero, hay que celebrarle que gestionó-logró que la entrada al mismo sea gratuita los domingos para todo público. Cuestionable que la dirigente de un museo del gobierno federal ignore que la ley prohíbe la comercialización de cactus o que se presente un libro y no se diga ni el título del mismo ni el nombre de su autora.  Hay que señalar la necesidad de que se profesionalice el servicio que se ofrece ya que el consumidor lo paga. La competencia es real y no solo es por consumidores sino por los patrocinadores.  

Significativo es que en los conversatorios se haya ventilado la miseria humana que permea en el medio en que se desenvuelven los profesionales que se dedican a la investigación y otras ramas relacionadas con las artes plásticas-visuales, en las instituciones funcionarios y docentes se burlan-desalientan-invisibilizan propuestas sobre temas y autores de los que se conoce poco o se carece de publicaciones. Si bien se hizo referencia al borrado de mujeres lo cierto es que es un abuso que quienes ejercen el poder en esos campos académicos y de gestoría practican impunemente sin importar el sexo. Hay que aplaudir y reconocer la valentía de Eréndira Derbez para señalar la presencia de piezas con autoría dudosa en la feria. Es autora de “Inés Amor, los primeros años de la Galería Arte Mexicano”, una publicación sobre el archivo de la galería, un activo que también puede y debe explotarse económicamente sin que se tenga pasar-venderse a otra institución.

Con más de dos décadas de esfuerzo-negocios-trabajo-historia Zsonamaco podría muy bien montar-presentar muestras de cada uno de los rubros que la integran, invitando a los coleccionistas que se han formado como tales en ese lapso, es decir ejemplificar socialmente la riqueza de coleccionar más allá de la mera posesión de piezas de arte. Un equivalente a la entrega de premios que realizan algunos de sus patrocinadores y que benefician a autores y galerías. Es urgente y necesario visibilizar también las colecciones pues son el destino potencial que se busca y a quienes se dirige la feria, no tendría que ser necesariamente dentro de las instalaciones de la misma por aquello de los costos, pero si exhibiciones profesionales que bien podrían expandirse por la geografía de la capital.

Habla mucho del compromiso-responsabilidad social de un patrocinador de la feria el cómo se presenta en la misma la obra de un artista como Mario García Torres, un autor prestigiado y miembro del reducido círculo de celebridades artísticas nacionales con presencia en el extranjero. Una pieza que despertó el interés de los visitantes, a juzgar por las filas constantes durante los 5 días de su permanencia, bien merecía esa obra quedar registrada al menos en una postal.  

Como es normal en un evento de esta naturaleza hay para todos los gustos y seguro mucho es lo que se omite en esta columna sobre la también llamada “La Feria de Arte de Latinoamérica”, un acontecimiento que atrae siempre un público plural y cada vez en accenso, la cifra reciente son 81 mil asistentes;  solo mencionaré a algunos integrantes de la alta burocracia gubernamental y un consorcio privado que se dejaron ver por allí: Mario Delgado, titular de la Secretaría de Educación Pública; Graco Ramírez, exgobernador de Morelos; Alejandra de la Paz, directora del INBAL y Bernardo Gómez, CEO de Televisa. Pero seguro pasaron muchos más.

Es obvio que solo un porcentaje muy reducido de la cifra mencionada adquiere objetos en la feria y no por cuestiones meramente económicas, pues hubo libros desde 350 pesos y obras de arte a partir de 1000 dólares americanos, sino por carencia de sensibilidad y cultivo de los sentidos por parte de los asistentes, no obstante que trata de buenas publicaciones y obras las de las cifras citadas. La no adquisición no siempre es lo ideal, pero algo deja a visitantes y organizadores, el costo de entrada a la feria es menor que algunos espacios culturales en la ciudad que reciben dinero del contribuyente, por ejemplo. Pero no hay que pasar por alto que es un boleto-entrada que la inmensa mayoría no puede pagar. Es complicado trasparentar las cifras del negocio ya que sigue prevaleciendo la discreción en cuanto a las ventas y precios, salvo que se trate de cifras de interés mediático. La permanencia del evento es sinónimo de éxito-ganancia para los involucrados.

Si bien Zsonamaco antes de abrir en la CDMX se pasea por Guadalajara y Monterrey, hay que señalar que es en la capital del país en donde ejerce, exhibe y extiende su dominio, una influencia que hay enfatizar es sólo en algunas zonas de la misma, se limita a cuatro o cinco barrios ubicados en las colindancias de las alcaldías Cuauhtémoc y Miguel Hidalgo. Son días en que por esos barrios se vive-tiene-respira una atmósfera de convivencia social que habría que acercar-llevar-replicar por toda la ciudad, una metrópoli herida por las profundas desigualdades que padecen-sufren muchos de sus habitantes. Y no se trata de soñar despierto o predicar doctrinas ideológicas-estéticas sin oyentes, pues la feria y su programa ilustran muy bien la urgente necesidad que tiene y demanda la población por consumir eventos culturales de calidad, profesionales, pero en lugares aptos, dignos, seguros. 

La emisión 21 refrendó que para Zsonamaco y la CDMX el arte es un buen negocio, se mire por donde se mire, lo que compromete a su organización a seguir superándose para poder mantener la posición top que ha alcanzado, dentro y fuera del país. Hay que buscar-mantener un programa de primer nivel que atraiga a los públicos y patrocinios; entre estos últimos hay que considerar el gubernamental que en el programa oficial no tuvo crédito, pero sí en los pendones que se colocaron en el Paseo de la Reforma, frente al Auditorio Nacional. En esos anuncios se le promocionaba como parte de la llamada Semana del Arte, donde se aglutina la competencia que lucha porque su tajada en este mercado de arte y cultura también aumente-crezca má$.

Por último, Zsonamaco anuncia ya en su página web las ediciones para el 2026 y 2027.