Gracias Francisco

Un Papa valiente que reconoció abiertamente los pecados cometidos por su propia iglesia. Criticado dentro y fuera de la Iglesia por quienes se resisten a reconocer que el mundo ha cambiado.

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Escrito en OPINIÓN el

Para alguien bueno, la muerte nunca es bienvenida. Imprudente, misteriosa e indeseada se hace presente cuando menos la esperamos, en un instante llegamos a la última parada, la última escala de la vida terrenal. Cualquiera que sea la religión, creencia o concepción que tengamos de la vida, la muerte significa para muchos un cambio de lo físico a lo espiritual, una nueva vida y para otros simplemente el fin.

Así sucedió justo el lunes pasado cuando nos enteramos del fallecimiento del Papa Francisco, lunes de Pascua, un día después de la resurrección de Cristo. Francisco el hombre dio el paso hacia otra existencia, esa a la que hace unos años reconoció como una condición inexorable de todo ser viviente que se encuentra atada a la vulnerabilidad que sin importar condición o circunstancia en algún momento nos pone en un plano de igualdad haciéndonos incapaces de resistir, de rodillas para entregarnos a la muerte.

El Papa Francisco como hombre de fe lo tenía presente y sin temer a la muerte lo reconocía como cuando dijo “Todos somos vulnerables y en algún momento la vulnerabilidad nos conduce a la muerte”.

Mal momento para que un líder como él, abandone este mundo cuando la polarización personificada en el populismo nos ha envuelto en todo tipo de batallas, donde muchos de quienes lo gobiernan pretenden pintarlo de blanco o negro olvidando los matices y obligándonos a tomar un bando, el de los buenos que son ellos y el de los malos, quienes piensan distinto. Un mundo en el que los protagonistas del pasado son responsables de todos los agravios y quienes hoy actúan encuentran justificación a sus errores culpándolos.  

Un Papa valiente que reconoció abiertamente los pecados cometidos por su propia iglesia como cuando dijo que “abusar de los niños es una enfermedad, reconociendo que la iglesia católica debía esforzarse más en la selección de los aspirantes a sacerdotes”. Asumió como su responsabilidad el abandono y la distancia de muchos de sus feligreses precisamente por la rigidez en la interpretación de la doctrina católica que muchos sacerdotes llevaron a la práctica cerrando las puertas a quienes buscaban un espacio para vivir dicha fe sin ser marginados por sus preferencias.

Criticado dentro y fuera de la Iglesia por quienes se resisten a reconocer que el mundo ha cambiado, reprochado por propios y ajenos por defender la libertad sexual desde un plano espiritual, señalado por haberse pronunciado públicamente para abrir la Iglesia católica y la libertad para profesar dicha fe a quienes durante siglos fueron marginados y acusados de vivir en pecado, cuando quienes se escandalizaban de los pecados eran pecadores de closet.

Siempre sobrarán las razones para llorar la muerte de un hombre bueno, que privilegió la modestia personal como un estilo de vida, congruente y cabal. Un Papa incluyente, tolerante y plural, de esos líderes de los que ahora carecemos. QEPD.