México.- El fallecimiento de Silvia Pinal, a los 93 años, marca el fin de una era en la historia cultural y política de México. Reconocida como la última gran diva del cine de oro mexicano.
Silvia Pinal dejó un legado imborrable no solo en el cine, la televisión y el teatro, sino también en la política, donde desempeñó importantes cargos que reflejan su compromiso con el país.
Del cine a la política: un paso inesperado
Silvia Pinal inició su carrera artística en 1949 y rápidamente se consolidó como una de las grandes figuras del cine mexicano.
Su colaboración con el cineasta español Luis Buñuel en clásicos como Viridiana (1961), El ángel exterminador (1962) y Simón del desierto (1965) la catapultó a la fama internacional.
Sin embargo, su interés por la política comenzó a raíz de su matrimonio con Tulio Hernández, gobernador de Tlaxcala (1981-1987), durante el cual se desempeñó como Primera Dama del estado y presidenta del DIF estatal.
Te podría interesar
Trayectoria política
Pinal se afilió al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y ocupó diversos cargos: fue diputada federal en 1991, senadora de la República entre 1997 y 2000 e integrante de la Asamblea del Distrito Federal.
Desde estos espacios, impulsó iniciativas culturales, promovió el cine mexicano y defendió causas sociales, especialmente a favor de las mujeres.
Controversias y reconciliaciones
En el año 2000, Pinal enfrentó un escándalo legal tras una disputa con Alejandro Gertz Manero, actual titular de la FGR, lo que la llevó a autoexiliarse brevemente en Miami.
Años después, ambos personajes se reconciliaron, dejando atrás la controversia.
Un legado multifacético
El fallecimiento de Silvia Pinal cierra el capítulo de una vida dedicada a la creatividad y al servicio público.
Su impacto en el cine, la televisión y la política seguirá siendo una fuente de inspiración para generaciones futuras.
Silvia Pinal nos deja un legado imborrable como ícono cultural y defensora del arte y los derechos sociales en México.